El Arzobispo de Lima y Primado del Perú, Cardenal Juan Luis Cipriani, llamó a no permanecer en silencio ante el drama del aborto, porque ello significa ser cómplices del demonio que usa esa práctica para eliminar de manera silenciosa millones de vidas.
El Purpurado hizo este llamado durante la Misa con la que clausuró la campaña 40 Días por la Vida, celebrada el 4 de noviembre en la Arquidiócesis de Lima.
El aborto “realmente es una presencia del demonio que de manera silenciosa elimina millones de criaturas, de vidas, ante el silencio cobarde de la humanidad”, denunció desde la Catedral de Lima.
“Hermanos, que el Señor se apiade de nosotros. Somos cómplices, somos la generación que ha callado desde hace décadas”, señaló. “Quien mata a una criatura, a qué no se atreve, si ha hecho lo peor”, advirtió.
El Arzobispo dijo que la iniciativa 40 Días por la Vida “es una campaña para implorar la misericordia, para dar un mensaje de esperanza a tantas personas que se ven chantajeadas, amenazadas” y que les da miedo a veces “ir adelante con su embarazo”.
El Cardenal Cipriani recordó que “no hemos salido de un átomo, no hemos sido producto de una investigación. Dios nos ha creado y nos ha dejado esa huella”.
“De la nada Dios me da la vida, de esa nada Dios me da su divinidad, y ¿cómo es posible que sus criaturas maten mediante el aborto? ¿Cómo es posible? ¿Tan endiablado está el mundo? Sí. ¿Tanta soberbia hay en el mundo? Sí. ¿Tanta gente está en manos del demonio? Sí”, denunció.
“Por eso la oración para decirle al Señor: Ten compasión, termina este tiempo tan fuerte en que tus hijos, tus criaturas se matan unos a otros y de manera especial a los más indefensos, en el vientre de la madre”, añadió.
Durante la Misa el Arzobispo recordó que Jesús está presente en la Eucaristía y que el cristianismo “es una religión revelada por Dios, sellada como garantía por la sangre de Cristo, es la fuerza de nuestra fe”.
“Por eso nos une Cristo a ese único sacrificio que se renueva en la Misa. Esto es lo solemne, lo sagrado, esto es lo que hace que no pase la ley de Dios. Estamos en una Iglesia que es cuerpo de Cristo, cuya cabeza se ofrece en cada Eucaristía”, señaló.