El Santo Padre es el Vicario de Cristo en la Tierra. Se puede decir que es como el rostro visible de Cristo en la Tierra. Tiene la misión principal de conducir a la Iglesia Católica, que está alrededor del globo terrestre. Para ello, tiene muchas personas que lo acompañan de modo cercano, y otros — en los distintos países — por ejemplo, los Nuncios Apostólicos, que son sus embajadores en dichos países para que esté lo mejor enterado que sea posible de qué está sucediendo en el mundo. 

Esa preocupación está motivada por las palabras del mismo Señor Jesús, Quien antes de ascender a los Cielos, encomendó a sus Apóstoles: «Id, pues, y haced discípulos de todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo». (Mateo 28, 19) Por ello, el Santo Padre debe saber lo que sucede y padecen los distintos países, y en general, en la cultura actual. 

Todo esto para presentar y anunciar la Palabra de Dios, de tal modo que sea asequible y pueda tocar los corazones de todos los hombres. Además, elige determinados temas, para enriquecer la fe del Pueblo de Dios, en algún área específica de la vida cristiana, que Él considera oportuna.

1.¿Qué documentos escribe un papa?

Hay varios documentos, cada uno con más o menos importancia (en términos de la gravedad que tienen los temas descritos). Primero, las Cartas Encíclicas; Epístola Encíclica; Constitución Apostólica; Exhortación Apostólica; Cartas Apostólicas; Bulas; Motu Proprio. Sería muy largo explicar cada uno de esos documentos. Por eso hoy nos centraremos en las Encíclicas (que es el documento más importante que puede escribir un Papa).

2. ¿Qué es una encíclica?

Del Latín Literae encyclicae, que literalmente significa «cartas circulares». Son cartas públicas y formales del Pontífice que expresan su enseñanza en materia de gran importancia. Un documento, en la forma de carta, enviado por el Papa a los obispos del mundo entero. Se proponen a enseñar sobre algún tema doctrinal o moral, avivar la devoción, condenar errores, informar a los fieles sobre peligros para la fe procedentes de corrientes culturales, amenazas del gobierno, etc.

La encíclica es una forma muy antigua de correspondencia eclesiástica, que denota de forma particular la comunión de fe y caridad que existe entre las varias «iglesias», esto es, entre las varias comunidades que forman la Iglesia. Tienen el valor de enseñanza dirigida a la Iglesia Universal. Buscan asegurar la unidad en la doctrina y vida eclesial. Sin embargo, cuando tratan con cuestiones sociales, económicas o políticas, son dirigidas comúnmente no sólo a los católicos, sino a todos los hombres y mujeres de buena voluntad.

Desarrollan extensamente la doctrina que el Papa propone en misma. Muchas de estas han marcado significativamente la vida de la Iglesia. Para que se pueda entender mejor esta importancia, pongo un caso concreto. Un magisterio ordinario que ha tenido un gran impacto en la vida de la Iglesia son las llamadas «encíclicas sociales». Desde el final del siglo XIX, los Papas han formulado una doctrina social que ha enriquecido la tradición de la Iglesia. Mientras que son articuladas en diferentes maneras y aplicadas a varios problemas, el corazón de las enseñanzas de los Papas, ha sido la defensa de la persona humana creada a imagen y semejanza de Dios.

3. ¿Qué actitud debo tomar frente a ella?

Debido al peso y la verdad que contienen, todo fiel debe concederle a las encíclicas asentimiento, obediencia y respeto. El Papa Pío XII observó que las encíclicas, aunque no son la forma usual de promulgar pronunciamientos infalibles, sí reflejan el Magisterio Ordinario de la Iglesia y merecen ese respeto de parte de los fieles (Humani generis, 1950).

Todas ellas son joyas que iluminan las doctrinas y valores morales más importantes para la época que se vive. En muchos casos, no solo para la época en que son escritos, sino que, tienen tanta riqueza en su contenido y por la forma en que fueron escritas, que su relevancia perdura a lo largo de los siglos. Por ello, si queremos estar en sintonía con lo que el Espíritu Santo sopla a lo largo de la historia de la Iglesia, como los lineamientos que deben orientar la Evangelización, es necesario acoger con mucho sentido de obediencia ese tipo de documentos.

4. ¿Qué encíclicas no debería dejar de leer?

Enumerar una serie de estos Documentos que sean fundamentales para nosotros, para nuestra fe, es prácticamente imposible, dada la importancia que tiene cada una. Sin embargo, lo que podemos hacer es mencionar las encíclicas que marcaron hitos en el rumbo Pastoral de la Iglesia. En referencia a lo social, la visión que la Iglesia tiene sobre la verdad del hombre, y finalmente, la doctrina sobre distintos aspectos de la familia. Las distintas dimensiones de la vida familiar y social, que son consecuentes con la visión auténtica de la persona a la luz de Cristo. Para ser fieles a toda esa enseñanza, propongo las tres encíclicas sobre virtudes teologales del papa Benedicto.

Uno de los papas que mayor número escribió fue León XIII (1878-1903). Redactó un total de 86 encíclicas entre las que destacan «Rerum Novarum», la primera gran encíclica social en el año 1891. La cual es fundamental por el cambio que se origina a raíz de las revoluciones industriales, marcando una migración importante del campo a las ciudades.

Juan Pablo II, había publicado catorce encíclicas. La primera de ellas fue en 1979 bajo el nombre de «Redemptor hominis». En ella trazó los principios de su ministerio papal. Explicando su visión sobre el ser humano, la cual profundiza y difunde la doctrina del CVII sobre el hombre.

Benedicto XVI, en sus nueve años de pontificado, presentó tres encíclicas: «Deus caritas est» (Dios es amor), sobre el amor y la caridad eclesiástica; «Spe salvi»(Salvados en la esperanza), sobre la esperanza cristiana; y «Caritas in veritate» (Caridad en la verdad), de carácter social. Completa la trilogía con la «Lumen fidei», que sin embargo, la termina el Papa Francisco. Las encíclicas de las tres virtudes teologales.

El 25 de julio de 1968, Pablo VI firmaba la «Humanae Vitae», la encíclica que condenaba la anticoncepción con métodos artificiales, el hedonismo y las políticas de planificación familiar. Con frecuencia impuestas a los países pobres por aquellos más ricos. El texto generó una oposición sin precedentes al interior de la misma Iglesia Católica. Este tema crucial que escribió el Papa Montini es coherente con las importantes novedades conciliares sobre el concepto de matrimonio que se ven en el Concilio Vaticano II.