Hoy, tráeme a todas las almas devotas y fieles, y sumérgelas en el mar de mi misericordia. Estas almas me consolaron a lo largo del vía crucis. Fueron una gota de consuelo en medio de un mar de amargura.

Jesús misericordiosísimo, que desde el tesoro de tu misericordia les concedas a todos tus gracias en gran abundancia, acógenos en la morada de tu compasivísimo Corazón y nunca nos dejes escapar de él. Te lo suplicamos por el inconcebible amor tuyo con que tu Corazón arde por el Padre celestial.

Padre Eterno, mira con misericordia a las almas fieles como herencia de tu Hijo y por su dolorosa pasión, concédeles tu bendición y rodéalas con tu protección constante para que no pierdan el amor y el tesoro de la santa fe, sino que con toda la legión de los ángeles y los santos, glorifiquen tu infinita misericordia por los siglos de los siglos. Amén.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.  Amén.

Padrenuestro

Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea Tu nombre. Venga a nosotros Tu Reino. Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo. Danos hoy nuestro pan de cada día. Perdona nuestras ofensas como nosotros perdonamos a los que nos ofenden. No nos dejes caer en la tentación, mas líbranos del mal. Amén

Avemaría

Dios te salve, María, llena eres de gracia. El Señor es contigo. Bendita tú eres entre todas las mujeres, y bendito es el fruto de tu vientre, Jesús. Santa María, Madre de Dios, ruega por nosotros, pecadores, ahora y en la hora de nuestra muerte, Amén.

Credo

Creo en Dios Padre Todopoderoso, Creador del cielo y de la tierra. Creo en Jesucristo, Su único Hijo, nuestro Señor, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, nació de santa María Virgen, padeció bajo el poder de Poncio Pilato, fue crucificado, muerto y sepultado, descendió a los infiernos, al tercer día resucitó de entre los muertos, subió a los cielos, está sentado a la derecha de Dios, Padre Todopoderoso. Desde ahí ha de venir a juzgar a vivos y muertos. Creo en el Espíritu Santo, la santa Iglesia Católica, la comunión de los santos, el perdón de los pecados, la resurrección de la carne y la vida eterna. Amén.

Al inicio de cada decima del Rosario

Padre eterno: Te ofrezco el Cuerpo y la Sangre, el alma y la divinidad de Tu amadísimo Hijo, nuestro Señor Jesucristo, como propiciación de nuestros pecados y los del mundo entero.

En cada una de las decimas del Rosario

Por Su dolorosa Pasión,
R. Ten misericordia de nosotros y del mundo entero.

Al terminar las cinco decenas di tres veces:

Santo Dios, Santo fuerte, Santo e inmortal, ten misericordia de nosotros y del mundo entero. (3 veces)

Oh, sangre y agua, que brotaste del Sagrado Corazón de Jesús como una fuente de misericordia, en ti confío.

En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Amén.