Señor, Dios mío:
como el pez que no puede vivir sin agua,
yo no puedo vivir sin ti.
Tú me has creado,
y tú me mantienes con vida.
Vengo hoy hasta ti para darte gracias
por la vida que no dejas de concederme. Vengo a ti para darte gracias
y decirte cuánto amo la vida.
Estoy contento de vivir,
aunque no comprenda,
me quede inmóvil
y no sepa dónde estoy.
Estoy contento sobre todo de ser hijo tuyo,
de llevar en mí el aliento de la vida divina,
tu Espíritu Santo.
Tú quieres vivir en mí,
habitar en mí.
Te doy gracias de todo corazón
por este honor que me haces, por esta alegría.

Amén.

Inspirada en una oración de Burkina-Faso

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