La santidad consiste en estar siempre alegres, diría san Juan Bosco. No obstante es claro que la tristeza es una realidad inherente a la condición humana, una realidad que todos en algún momento debemos afrontar.
Los santos tampoco se han librado de pasar por momentos de tristeza, pero la fe y confianza en Dios son un ancla que sostiene en el momento en que la tribulación arrecia con toda su fuerza.
Hoy te compartimos cinco excelentes consejos para afrontar la tristeza según santo Tomás de Aquino. ¡Empecemos!
1. Concederse un momento de placer
Es muy sencillo, santo Tomás nos recuerda que el placer no es malo, desde que se viva en un orden razonable y justo. Algo así como diría san Agustín «ama ordenadamente, y haz lo que quieras», pues en santo Tomás sería, disfruta ordenadamente.
Un café con los amigos, un baile con tu pareja, una llamada a alguien con quien desees hablar, un chocolate. Cosas tan sencillas y llenas de sentido serían el primer medio para afrontar la tristeza que llega.
¿Has pensado que salir a comer un helado sirve de solución, metafísica, a todo problema? Que no se diga que muero por el helado, pero es así, algo que disfrutas sanamente puede darte la oportunidad de dejar de contemplar el problema y empezar a ver las soluciones.
2. Llorar… sí, deja que la tristeza salga
Las lágrimas son agua y el agua es vida, cuando te permites llorar el alma se desahoga y toma nuevos aires. Llorar no es malo, sino sano y muchas veces necesario.
Cuando la tristeza te lleve a esos momentos en que falta el aire, en que el espíritu se está ahogando y no se encuentra un escape… llega la necesidad de sacar todo y un medio para esto es el llanto.
En repetidas ocasiones y de manera errónea, se ha condenado el hecho de llorar, pero la verdad es que llorar dista mucho de un error. Luego de hacerlo se comienza a ver con más claridad, se limpia la mirada y se perciben nuevas luces.
3. La compasión de la amistad
Sí, no hay mejor momento para correr en busca de los verdaderos amigos que el momento en que arriba la tristeza. Acudir a puertos seguros de amistad sana y verdadera puede ser la salvación más oportuna y eficaz.
En momentos como este buscar a Jesús es fundamental, ¿qué mejor amigo que Él? Además de escuchar sin juzgar, ama sin escatimar en ello. Recordemos las palabras de santa Teresa de Jesús: «Pocos amigos tienes Señor, porque a quienes te aman tu les llevas a la cruz, y a quienes te crucifican tú les llevas al amor».
4. Contemplar la verdad
«Lo esencial es invisible a los ojos» diría El Principito. Llama la atención que en los evangelios se utilicen diversas formas al referirse a la acción de ver o mirar, pero llama aún más la atención que el evangelio de Juan utilice una expresión exclusivamente para la acción de ver ejercida por Jesús o por un testigo de Él: θεάομαι (Theaomai), esta forma de ver es a la que se refiere santo Tomás.
Dejar de ver las situaciones complicadas, los problemas o las tristezas y contemplar la realidad, la creación, la naturaleza… a la manera de Jesús. Encontrando la realidad de verdad absoluta que se esconde en la esencia de cada cosa, allí donde habita esa comunión con el Dios verdadero.
5. Dormir y darse un baño
Santo Tomás nos recuerda algo muy bello y es la unidad del agua con la vida. El descanso sumado a un baño, puede ayudarnos a relajar el cuerpo, recuperar fuerzas y llenarnos de vida para seguir adelante.
El hombre de fe no puede olvidarse nunca del tesoro de las bienaventuranzas, sobre todo de aquella que dice: «Dichosos los que lloran, porque serán consolados» (Mateo 5, 4-10). Y como diría el Salmo 1, «dichoso es el hombre que se deleita en la ley del Señor».
Espero que estos consejos de santo Tomás te sirvan para alejar la tristeza y abrirle la puerta a la alegría. ¡Déjanos saber en los comentarios qué otras cosas te ayudar a subir el ánimo!
Fuente: Catholic-link