
Iniciemos con una pregunta personal
Estimado hermano, quisiera comenzar haciéndole una pregunta a nivel muy personal: ¿Por qué ha vas a la iglesia el miércoles de ceniza? ¿Para recibir un poco de ceniza en la frente? ¿O para participar en la Eucaristía, recibir el cuerpo y la sangre de Jesús?
Es una pregunta crucial, pues qué triste sería venir solo por la ceniza y no por Cristo. La ceniza es un símbolo de penitencia, un recordatorio de nuestra fragilidad, pero no nos otorga bendición alguna. La verdadera bendición proviene de la fe en Nuestro Señor Jesucristo y de la conversión del corazón.
La Cuaresma como tiempo de conversión
En la Biblia, la ceniza simboliza conversión y arrepentimiento. En la ciudad de Nínive, cuando Jonás predicó, el rey se vistió de saco y se cubrió de ceniza en señal de arrepentimiento. Sin embargo, la ceniza sin conversión es una burla a Dios. Como dice la Escritura: “De Dios nadie se burla” (Gálatas 6,7). Recibir la ceniza sin un sincero deseo de cambio es hipocresía.
La Cuaresma es un tiempo de preparación para la Pascua. Así como un atleta entrena arduamente para una competencia, nosotros debemos prepararnos para celebrar la Resurrección del Señor con un corazón renovado. Durante cuarenta días, repetimos ciertos temas claves: penitencia, oración, ayuno y caridad.
Ejemplos Bíblicos de los 40 días
La Cuaresma toma inspiración de las experiencias de 40 días en la Biblia:
- Jesús en el desierto, antes de iniciar su ministerio, estuvo 40 días en ayuno y oración.
- Moisés en el monte Sinaí, recibiendo la Ley de Dios.
- El profeta Elías, quien caminó 40 días hasta el Monte Horeb para encontrarse con Dios.
Este período simboliza purificación y renovación espiritual. Es un llamado a la conversión genuina.
Conversión: Un cambio de dirección
La conversión no es solo un sentimiento, sino un cambio de vida. En los primeros siglos, los cristianos provenían de familias paganas, y se sometían a un largo catecumenado antes de ser bautizados en la Pascua. Durante este proceso, daban un giro literal y simbólico en sus vidas: primero miraban al poniente, simbolizando el pecado, y luego al oriente, hacia Cristo, la luz del mundo.
Hoy, Dios nos invita a dar ese giro en nuestras vidas. “Vuelvanse a Dios, porque por el pecado le hemos dado la espalda”, nos recuerda la Escritura. La verdadera conversión es cambiar de dirección y caminar hacia Él.
Ejemplos de Conversión
La conversión requiere renuncia y sacrificio. Vemos esto en San Mateo y San Pablo:
- Mateo, el recaudador de impuestos, dejó todo cuando Jesús lo llamó: “Sígueme”. Su conversión implicó abandonar su vida anterior y optar por la vida con Cristo.
- Pablo, quien creyó servir a Dios persiguiendo cristianos, fue derribado del caballo de su autosuficiencia. Dios lo llamó a cambiar radicalmente y a ser su apóstol.
Nosotros también debemos examinar nuestras vidas y preguntarnos: ¿Qué me está pidiendo el Señor?
La Importancia de la Oración
Durante la Cuaresma, la oración debe ser más profunda. No basta con “repetir oraciones”, sino que debemos hablar con Dios desde el corazón. La Biblia nos muestra cómo Jesús se retiraba en la madrugada a orar. Sigamos su ejemplo.
El verdadero ayuno
El ayuno no es solo privarse de comida, sino renunciar a aquello que nos aleja de Dios. En Isaías 58, Dios nos dice cuál es el ayuno que Él quiere:
- Compartir con los necesitados.
- No difamar ni causar daño a los demás.
- Ser justos y misericordiosos.
Si ayunamos de alimento pero seguimos siendo injustos o indiferentes, nuestro ayuno es en vano.
La conversión duele, pero es necesaria
La conversión duele porque implica renunciar a cosas que nos gustan. Pero sin ese sacrificio, no hay verdadera transformación. Como el campesino que limpia su campo de malas hierbas, debemos estar atentos a los “vicios” que reaparecen y eliminarlos continuamente.
Dios no nos pide lo que nos sobra, sino aquello que realmente nos cuesta. No basta con “dar lo que ya no usamos”; Dios nos pide aquello que nos retiene en la comodidad del pecado.
Alimentarnos del Pan de Vida
Durante la Cuaresma, Dios nos fortalece con la Eucaristía. Así como el profeta Elías fue fortalecido con pan y agua para llegar al Monte Santo, nosotros necesitamos la Eucaristía y el Espíritu Santo para llegar a la Pascua renovados.
El encuentro con la Cruz y la Resurrección
El objetivo de la Cuaresma es prepararnos para vivir la Semana Santa con autenticidad. Nicodemo, al inicio del Evangelio, tuvo miedo de comprometerse con Cristo, pero finalmente estuvo al pie de la cruz. Así también nosotros debemos avanzar en nuestra conversión para llegar a la Pascua con un corazón renovado.
Hermanos, que esta Cuaresma nos lleve a un verdadero encuentro con Cristo. Que podamos decir con fe:
“Señor, quiero caminar hacia Ti. Ayúdame a convertirme de corazón.”