Un reciente estudio publicado en la prestigiosa revista “JAMA Pediatrics”, realiza una revisión sistemática de los trabajos que han evaluado la relación entre conducta heterosexual y no heterosexual en jóvenes adolescentes y la aparición de tendencias suicidas.
El proceso de selección de los estudios analizados se realizó con una definición rigurosa de conductas auto amenazantes y orientación sexual en adolescentes con edades comprendidas entre 12 y 20 años, identificándose 35 estudios que involucraron casi 250.000 participantes, lo cual le otorga la robustez estadística necesaria para que sus resultados puedan tenerse en cuenta.
Los resultados se muestran concluyentes, sugiriendo que “los jóvenes con identidad no heterosexual tienen un riesgo significativamente mayor de tendencia suicida en comparación con jóvenes heterosexuales”.
El riesgo de aparición de conductas suicidas (intento de suicidio) se ve incrementado, por orden creciente, entre los jóvenes bisexuales (OR de 3.69 (IC del 95%, 2.96-4.61; c2 = 980.02; P <.001; I2 = 98%)), siguiéndoles los adolescentes homosexuales (OR de 3.71 (95% CI, 3.15-4.37; c2 = 825.20; P <.001; I2 = 97%) y, por último, con el riesgo más elevado, los jóvenes transexuales (OR, 5,87; IC del 95%, 3,51-9,82). Es decir, este último grupo presenta casi 6 veces más probabilidad de sufrir tendencias suicidas que los jóvenes heterosexuales, según esta extensa revisión.
Como comentamos en un trabajo previo (Justo Aznar, Julio Tudela. Aspectos biomédicos de la transexualidad. Transexualidad: Valoración pluridisciplinar del fenómeno y su regulación legal. Capítulo 2, pp. 59 – 92. Valencia. Universidad Católica de Valencia, 20/11/2017. ISBN 978-84-16562-01-5), “aunque es incuestionable que los individuos no heterosexuales y transexuales a menudo están sujetos a factores estresantes sociales y discriminación, la ciencia no ha demostrado que estos factores por sí solos representen la totalidad, o incluso la principal causa, de la disparidad en los niveles de salud entre los no heterosexuales y los transexuales y la población en general”. Por ello, es necesario llevar a cabo más estudios longitudinales de calidad para que el “modelo de estrés social” sea una herramienta útil para entender esos problemas de salud pública, y ayudar a identificar formas de abordar los problemas de salud presentes en estas subpoblaciones”. Sin embargo, las diferencias antes descritas se encuentran incluso en entornos sociales donde no existe un ambiente de discriminación contra estas personas.” (ver AQUÍ y AQUI).
Otras causas no relacionadas con la estigmatización social pueden estar detrás del incremento de riesgo en la aparición de tendencias suicidas entre los jóvenes no heterosexuales, que alcanzan los valores más altos en el colectivo transexual.
En este grupo, la comorbilidad o preexistencia de trastornos psiquiátricos alcanza, según un estudio, cifras del 44. 3 %, habiéndose detectado comportamientos autolesivos en el 21,6 % (ver más).
También entre niños y adolescentes con “disforia de género” se sabe que la investigación relacionada con el “Trastorno del Espectro Autista” (TEA) muestra una mayor prevalencia de TEA en comparación con la población general, lo que puede tener implicaciones en el tratamiento de pacientes con “disforia de género” y TEA, que pueden ir desde una evaluación incompleta hasta la incertidumbre sobre si se inicia un tratamiento potencialmente irreversible con hormonas sexuales o reasignación quirúrgica de sexo, ante el riesgo de aparición de posibles resultados adversos (ver más).
Otro factor que pudiera contribuir a la elevada tasa de tendencia suicida en el grupo de los jóvenes transexuales, son las terapias aplicadas para realizar la transición de género, que incluyen tratamientos de bloqueo y conversión hormonales, seguidos de reasignación quirúrgica, con efectos irreversibles en muchos casos.
Estos tratamientos buscan, en primer lugar, bloquear la maduración sexual del adolescente, presentando efectos sobre su desarrollo físico, sus caracteres sexuales, su metabolismo y su maduración neurológica, dada la influencia que las hormonas ejercen en la configuración de la conectividad cerebral, para proceder posteriormente a la reasignación quirúrgica.
Un reciente trabajo incide sobre las consecuencias de la aplicación de terapias de bloqueo hormonal en adolescentes que inician un proceso de transición de género (ver AQUÍ). Los fármacos empleados como inhibidores de la secreción y actividad de los esteroides sexuales no han sido autorizados para este uso sino para el tratamiento de la pubertad precoz y otras patologías. La experiencia de su uso en adolescentes es muy limitada y no existen datos fiables sobre su seguridad.
Además son bien conocidos los efectos secundarios relacionados con su uso, como su influencia en el desarrollo de la masa ósea y el crecimiento, la fertilidad, el normal desarrollo de los genitales externos, el desarrollo neurológico, el metabolismo y la aparición de microcalcificaciones testiculares.
Pero son las consecuencias sobre la maduración neurológica del adolescente las que podrían guardar relación con el alarmante incremento en las tasas de aparición de tendencias suicidasen el grupo de jóvenes transexuales.
Conclusión
La conducta sexual presenta en los adolescentes una relación estadística bien contrastada con la aparición de tendencias suicidas, siendo significativamente más altas en los colectivos bisexuales, homosexuales y transexuales (en orden creciente) respecto de adolescentes heterosexuales.
Las causas que pueden estar detrás de este preocupante fenómeno son múltiples, y deben tenerse en cuenta para su valoración, Además del propuesto “modelo de estrés social o estigmatización” de los individuos afectados, existen otras de diversa índole, como la preexistencia de trastornos psiquiátricos. No debe descartarse la influencia que los tratamientos de bloqueo hormonal administrados a los adolescentes transgénero pueden desempeñar sobre su estabilidad emocional y maduración cerebral, y su relación con la aparición de las conductas suicidas. El hecho de que sea el colectivo de transexuales el que presenta los datos más alarmantes, hace que deba extremarse la cautela en la instauración de tratamientos farmacológicos poco experimentados en adolescentes y de consecuencias muy poco conocidas (ver más).
La inapelable relación entre conducta sexual y tendencia suicida supone un reto en la valoración e implementación de la educación sexual y su integración en el proceso madurativo personal de los niños y adolescentes.
Justo Aznar
Director del Instituto de Ciencias de la Vida
Universidad Católica de Valencia
Zenit, 4 de enero 2019