Lucas, el evangelista del año
En el ciclo dominical C, la comunidad cristiana escucha básicamente, y en una lectura semi-continua, el evangelio de san Lucas.
Lucas no perteneció al grupo de los doce apóstoles. Nació fuera de Palestina, en Antioquía de Siria. Parece que era médico de profesión y fue compañero de viaje de Pablo en varias ocasiones. De sus escritos se nota, según los expertos, que poseía una buena cultura helénica. Y desde luego -eso lo vemos todos, aunque no seamos especialistas- es un buen “narrador”. Basta recordar cómo relata la parábola del hijo pródigo y el viaje de ida y vuelta de los dos discípulos de Emaús.
Lucas escribió dos libros: el Evangelio y los Hechos de los Apóstoles. En la introducción al primero dice cuál ha sido su método. Al no haber conocido los hechos de primera mano, “como los que desde el principio fueron testigos oculares y servidores de la Palabra”, se ha puesto a hacer obra de historiador: “he decidido, después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes, escribirlo por su orden…”.
Cada evangelista tiene su propio estilo y finalidad teológica. Lucas, aunque se ha servido de fuentes anteriores, sobre todo de Marcos, lo hace a su modo, con originalidad, y nos transmite bastantes páginas exclusivas, como los relatos de la infancia de Jesús, las parábolas del buen samaritano y del hijo pródigo, milagros como la curación del siervo del centurión o de los diez leprosos, apariciones pascuales como la de Emaús. De los 1149 versículos de su evangelio, 548, casi la mitad, son exclusivos de Lucas.
Los rasgos características de Lucas los podríamos resumir en estos puntos:
* Lucas ve la historia de la salvación en tres tiempos: el AT, hasta la llegada del Bautista; el tiempo de Jesús, el central; y el tiempo de la Iglesia, que continúa la misión de Jesús hasta el final de los siglos. Entre el evangelio y los Hechos de los Apóstoles, hay una dinámica unitaria: el evangelio es la “subida” desde Galilea a Jerusalén, donde Jesús termina su misión con la Pascua; mientras que los Hechos son el inicio de la misión de la Iglesia, la “bajada” de Jerusalén a todo el mundo, hasta Roma.
* En esta historia, el protagonista invisible, según Lucas, es el Espíritu Santo: él guía a Jesús desde su encarnación hasta su resurrección, pasando por el Bautismo en el Jordán. Llena de su gracia a la Virgen María y la hace Madre del Mesías. Inspira a Zacarías el himno del “Benedictus”, a Isabel sus alabanzas y a Simeón sus palabras proféticas. El guía a la Iglesia, desde el día de Pentecostés, en su misión evangelizadora por todo el mundo.
- El de Lucas es el evangelio más universalista: “vendrán muchos de Oriente y de Occidente y se pondrán a la mesa en el Reino de Dios” (13,29). La salvación es para todos, también para los romanos y los samaritanos. El evangelio de Lucas termina con el mandato misionero (24,44-49) y los Hechos empiezan con el mismo mandato (1,8).
- El de Lucas es el evangelio de la misericordia: Dios perdona y se alegra de la vuelta del pecador; Jesús se acerca a los pobres y marginados y les acoge: el paralítico, la mujer pecadora, el hijo pródigo, Zaqueo, el buen ladrón. Las personas que en la sociedad de su tiempo eran más marginadas (niños, mujeres, enfermos, samaritanos, publícanos) son las que en este evangelio aparecen más atendidas por Jesús.
- La vida cristiana, para Lucas, es el seguimiento de Jesús con rasgos típicos como el camino, la vigilancia, la oración, el buen uso de las riquezas y la alegría.
- Y finalmente, Lucas es el que más nos habla de la Virgen María, la mejor discípula de Jesús, la que se puso a disposición de Dios (“hágase en mí según tu palabra”) y entonó llena de alegría el cántico del Magníficat. En Lucas aparece María en verdad como modelo para los seguidores de Cristo.