A horas de que el milagro del nacimiento del Niño Dios se vuelva a producir ante y entre nosotros, con gusto invitamos a los lectores de Misioneros Digitales Católicos a un nuevo paseo por las páginas de las Sagradas Escrituras.
¿Qué es la Navidad? ¿Qué significa el Dios hecho hombre?
Sin haber buscado en el diccionario o hurgado en documentos eclesiales, me animó a decir que ambos son el más grande y generoso acto de amor del que podamos ser testigos. El Señor Todopoderoso, al que la criatura a la que creo por amor lo defraudó, va a su encuentro y redobla la apuesta, su fe en su amada creación, haciendo nacer a su hijo Jesús entre nosotros, para renovar su alianza de amor por siempre y para siempre. Detenerse a meditar sobre el amor que Dios nos tiene –incondicional y gratuito- es a lo que invitamos con la lectura de estos versículos de la palabra de Dios.
“El Señor pasó delante de él y exclamó: «El Señor es un Dios compasivo y bondadoso, lento para enojarse, y pródigo en amor y fidelidad.”
Éxodo 34, 6.
“Porque derramaré agua sobre el suelo sediento y torrentes sobre la tierra seca; derramaré mi espíritu sobre tu descendencia y mi bendición sobre tus vástagos.”
Isaías 44, 3.
“Pero yo les digo: Amen a sus enemigos, rueguen por sus perseguidores; así serán hijos del Padre que está en el cielo, porque él hace salir el sol sobre malos y buenos y hace caer la lluvia sobre justos e injustos.”
Mateo 5, 44-45.
“Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna. Porque Dios no envió a su Hijo para juzgar al mundo, sino para que el mundo se salve por él.”
Juan 3, 16-17.
“Ni lo alto ni lo profundo, ni ninguna otra criatura podrá separarnos jamás del amor de Dios, manifestado en Cristo Jesús, nuestro Señor.”
Romanos 8, 39.
“¡Miren cómo nos amó el Padre! Quiso que nos llamáramos hijos de Dios, y nosotros lo somos realmente. Si el mundo no nos reconoce, es porque no lo ha reconocido a él.”
Primera carta de San Juan 3, 1.
“Así Dios nos manifestó su amor: envió a su Hijo único al mundo, para que tuviéramos Vida por medio de él.”
Primera carta de San Juan 4, 9.
La imagen de un niño recién nacido despierta en quien la contempla un tsunami de ternura. Pero la de este niño, que vino al mundo hace miles de años, habría que contemplarla teniendo presente lo que le iba a ocurrir treinta y tres años después. Porque ese niño nace o nació para, por amor a nosotros, entregar su vida y reconciliarnos con su padre, con el Padre. En una de las cartas a los Corintios, San Pablo dice que si no tuviera amor, nada de lo otro tendría valor. Eso es algo que Dios tiene en claro. Porque fue su amor lo que lo movió a crearnos, a darnos el mundo. Y, llegará la hora, ofrendar la vida de su hijo amado. ¿Qué hago yo ante esto y luego de leer y masticar estos siete versículos seleccionados que me demuestran desde el Antiguo al Nuevo Testamento, el inmenso amor que Dios me tiene? Cada día, de a poco, con pequeños gestos –como sugiere Francisco- ser digno de ese amor de Dios, que sé que nunca se va a agotar.