Quizás muchos de ustedes por estas fechas también sigan haciendo un recuento de lo que fue el año que pasó. Seguramente estarán escribiendo sus propósitos y metas para este nuevo año.
No se cuál es tu caso, pero en mi experiencia personal muchas veces las expectativas de alcanzar esas metas en enero son gigantescas, al igual que el interés que dedico. Pero con el transcurrir del año y los nuevos retos que van apareciendo, se hace difícil recordar todas las cosas que me propuse.
A medida que vamos avanzando en el camino de la vida, también vamos aprendiendo nuevas cosas y le vamos dando importancia a lo que realmente lo tiene. Algo que particularmente me cuesta es querer constantemente estar en el lugar de rendimiento o «cosechando los frutos» aquí y ahora.
Sin embargo, para cosechar hay que sembrar y para desempeñarse mejor y alcanzar las metas propuestas hay que pasar más tiempo en la zona de aprendizaje. Esta charla TED de Eduardo Briceño me pareció interesante porque da algunas ideas para pasar más tiempo en la zona de aprendizaje.
La charla se llama «Cómo mejorar en lo que realmente nos importa», estoy seguro de que te servirá mucho a ti también. Luego de ver el video completo te invito a reflexionar en cuatro puntos.
1. Creer y entender que podemos mejorar
Esto requiere pasar un tiempo a solas para ser conscientes de aquellas cosas que podríamos hacer mejor. Toda empresa o compañía hace una evaluación al final de cada periodo (trimestre o semestre) y también al final del año, donde se identifican aquellas metas que se alcanzaron y aquellas cosas que se pudieron hacer mejor.
Las más organizadas realizan evaluaciones progresivas para tratar de identificar en tiempo real las limitaciones que aparecen para alcanzar las metas propuestas. O incluso para tratar de predecir aquellos obstáculos que puedan surgir en el camino.
Es curioso cómo muchos de nosotros no tenemos ningún inconveniente en hacer este tipo de evaluaciones para otros como parte de nuestro trabajo. Pero cuando es el momento de evaluar nuestra propia vida, las excusas están a la orden del día, para dilatar tanto como sea posible ese tiempo de silencio en el que nos encontramos a solas con nosotros mismos y con Dios y entendemos en realidad lo que podemos mejorar.
2. Tener el deseo de mejorar una habilidad concreta
Uno de los primeros dichos que aprendí de mi abuelita fue «el que mucho abarca, poco aprieta». Podemos llenar tableros y cuadernos enteros con propósitos para el nuevo año, y estoy seguro que muchas personas con determinación y una disciplina inquebrantable los podrán alcanzar todos.
Sin embargo, cuando se trata de mejorar, siempre es mejor empezar por algo concreto y alcanzable. Pocos atletas logran mejorar su desempeño en todas las áreas de la noche a la mañana, es un proceso de mejoramiento constante que muchas veces requiere enfocarse en ciertas áreas para poder alcanzar la excelencia.
Cuando aprendimos a escribir no empezamos con todas las reglas de ortografía y leyendo el diccionario de la Real Academia Española. Nuestros padres y nuestros profesores nos enseñaron con paciencia, y con la practica fuimos identificando ciertas dificultades y avanzando progresivamente.
Muchas cosas nos pueden costar en nuestra relación con los demás. Quizás siempre nos adelantamos a hablar en lugar de escuchar, o nos cuesta ser prudentes. O quizás ademas de todas las anteriores perdemos la paciencia con facilidad.
Es excelente querer mejorar todas estas áreas, pero tal vez sea más eficiente enfocarnos en trabajar una en especifica y hacer nuestro mejor esfuerzo para transformar aquella debilidad en una fortaleza.
3. Tener una idea de cómo mejorar lo que deseamos mejorar
John Donne publico «No Man Is an Island» (Ningún hombre es una isla) en 1624, donde menciona «ningún hombre es una isla entera por sí mismo. Cada hombre es una pieza del continente, una parte del todo». Muchas veces tener la misma situación por mejorar año tras año nos puede generar frustración y el deseo infructuoso de intentar cosas por nuestra propia cuenta para demostrarle a otros que pudimos hacerlo.
Tal vez el 2020 sea el tiempo de abrir nuestra mente a una perspectiva diferente. Quizás podamos ver esa situación concreta como una oportunidad para crecer en humildad, para pedir ayuda, para escuchar la opinión de otras personas que hayan pasado por algo similar y aprender de ellas.
Ningún hombre es una isla, y vivir en comunidad (una familia, un grupo de amigos, el ambiente laboral, la escuela, la universidad, la iglesia, el voluntariado) nos permite interactuar con otros y crecer junto a otros.
4. Estar preparado para cometer errores
Es curioso cómo durante este tiempo viviendo en los Estados Unidos he aprendido lecciones muy valiosas para mi vida profesional que pueden extenderse a mi vida personal. Uno de los aprendizajes que más atesoro es la manera en cómo se ven aquí los errores.
He tenido la oportunidad de estar en ambientes donde no se promueve una cultura del castigo por equivocarse, sino una cultura de aprendizaje. No se señala al individuo como el único responsable que tiene que cargar con toda la carga frente a un error. Sino que se identifican situaciones en el sistema o la organización que pudieron hacerse de manera diferente. Y más importante aún, se establecen acciones concretas para evitar que el error o «casi error» se repita en el futuro.
Me gusta la reflexión que Briceño hace sobre las causas por las que pasamos más tiempo en la zona de desempeño que en la zona de aprendizaje. Y es porque vivimos en entornos exigentes donde incluso en las instituciones donde se supone «aprendemos», se crean riesgos sociales que nos generan la idea de que si fallamos los demás pensaran menos de nosotros.
Es interesante cómo esa misma creencia se traslada fácilmente al área espiritual, donde muchas veces a quien mas nos cuesta perdonar cuando fallamos es a nosotros mismos. Aún sabiendo que Jesús nos recuerda que Él ha venido a llamar a los enfermos y a los pecadores (Mc 2, 17).
Sin importar cuáles sean nuestras metas para este nuevo año, te invito a experimentar el amor tan grande que Dios tiene por ti. A contar todo lo bueno que recibiste el anterior, y a saber que vales mucho y que vale la pena seguir esforzándose.
Si el año pasado fue difícil por cualquier razón, espero que veas tu esperanza renovada. Como bien lo dijo C.S. Lewis: «Hay mejores cosas por venir que cualquiera que dejamos atrás».