La contemplación es una forma de oración cristiana que busca crecer en un amor más profundo a Dios. El Catecismo de la Iglesia Católica lo señala cuando define la contemplación.
La oración contemplativa es la expresión sencilla del misterio de la oración.
Es una mirada de fe, fijada en Jesús, una escucha de la Palabra de Dios, un silencioso amor. Realiza la unión con la oración de Cristo en la medida en que nos hace participar de su misterio (CIC 2724).
Sin embargo, este tipo de oración a menudo se ve obstaculizada por distracciones y pensamientos descarriados. ¡Puede ser difícil contemplar en oración cuando varios pensamientos siguen abarrotando nuestra mente!
Una forma de calmar tus pensamientos es seguir el ejemplo de san Ignacio de Loyola, cuyo simple consejo puede ponernos en presencia de Dios.
Un paso o dos antes del lugar donde tengo de contemplar o meditar, me pondré en pie, por espacio de un Padrenuestro, alzado el entendimiento arriba, considerando cómo Dios nuestro Señor me mira, etc., y hacer una reverencia o humillación (Ejercicios espirituales, n. ° 75).
San Francisco de Sales tenía un método similar que describe en su Introducción a la vida devota:
Simplemente ejercita tu imaginación ordinaria, imaginándote al Salvador para ti mismo en Su Sagrada Humanidad como si estuviera a tu lado tal como solemos pensar en nuestros amigos, e imagina que lo ves o lo oyes a tu lado.
Cuando ocupamos nuestra imaginación con la presencia de Dios, ¡nos sorprenderá cómo nuestros otros pensamientos se calman mientras miramos el rostro de Jesús!
La próxima vez que reserves tiempo para la contemplación, intenta este ejercicio y comprueba si tu oración mejora.