Tú eres capaz de orar. Quizá no hayas vuelto a orar desde que eras pequeño. Quizá no sepas en absoluto qué es orar. O bien, quizá te hayan dicho que orar es difícil, y que, además, no sirve de nada. Es posible también que tengas miedo de que Dios no escuche tu oración, o que hayas oído hablar de grandes sensaciones que se sienten al orar, y temes quedar decepcionado. Pero todo esto no debe impedirte orar. A continuación encontrarás 10 pasos para aprender a orar, una pequeña escuela de oración.
1. Decídete.
Dios nos ha querido y creado como personas libres. A lo largo del día reflexionamos muchas veces lo que vamos a hacer, fijamos prioridades, tomamos decisiones. No se hace nada sin decidir antes. Si quieres, toma la decisión de ser alguien que ora y de entablar relación con Dios. Decide con firmeza: ahora quiero ponerme a orar. Por la noche toma la decisión de hacer tu oración de la mañana siguiente, y por la mañana la de orar por la noche.
2. Sé fiel en lo pequeño.
Muchos comienzan a orar haciéndose grandes propósitos. Al poco tiempo, fracasan y creen que no saben orar en absoluto. Comienza eligiendo breves tiempos de oración, y mantente fiel a ellos. Tu deseo de orar y tu oración aumentarán a medida que estén adaptados a ti, a tu tiempo y a las circunstancias.
Si queremos orar bien, tenemos que orar, en primer lugar, con regularidad. Es decir, no sólo cuando tenemos ganas. El alma vive de la oración. Pero toda vida tiene necesidad de reglas, de una frecuencia, de un ritmo. ROMANO GUARDINI Youcat Oración
3. Tómate tiempo para orar.
Orar significa estar despierto, atento al hecho de que Dios está ahí y que se dirige a mí. No tienes necesidad de pedirle una audiencia. Respecto al tiempo de la oración, hay tres criterios que pueden ayudarte. Elige un tiempo fijo (la costumbre ayuda), un momento de calma (suele ser a menudo por la mañana pronto, o por la noche), y un momento que tú aprecies, que te gusta, pero que también te gusta ofrecer (¡no un tiempo «perdido»!).
«Podemos orar en cualquier momento». Sé bien que podemos, pero sospecho que los que no rezan a horas fijas oran pocas veces». CHARLES HADDON SPURGEON Youcat Oración
4. Prepara bien el lugar.
El lugar en que oras influye en tu oración. Por eso búscate un lugar en el que puedas rezar bien. Para algunos, será al pie de su cama, o en su oficina. Otros se preparan un rincón que les facilite la oración, que se la recuerde, y les invite a ella: puede haber en él un taburete o un reclinatorio, un tapiz, un icono o un cuadro, una lámpara, la Biblia o un misal.
Tú, en cambio, cuando ores, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. MATEO 6,6 Youcat Oración
5. Ritualiza y estructura tu vida de oración.
A veces es necesaria mucha fuerza para decidirse de nuevo a orar. Fija una estructura concreta (un rito) para tu oración. Su objetivo no es limitarte, sino ayudarte a no tener que preguntarte diariamente si quieres orar y cómo quieres hacerlo. Antes de orar, ponte conscientemente en presencia de Dios; después de tu oración, tómate un poco de tiempo para dar gracias a Dios y recibir su bendición.

Una oración bien organizada tiene una gran fuerza. Vuelve dulce un corazón amargo, alegre un corazón triste, sabio uno insensato, atrevido uno dubitativo, fuerte uno débil, clarividente uno ciego, ardiente un corazón de hielo. Hace entrar a Dios infinitamente grande en un corazón pequeño. Hace que el alma hambrienta se eleve hacia Dios, la fuente viva, y reúne a dos enamorados: Dios y el alma. SANTA GERTRUDIS DE HELFTA Youcat Oración
6. Ora con todo tu ser.
No se ora sólo con pensamientos y palabras. Es toda tu persona la que debe unirse a Dios en la oración; tu cuerpo, todo lo que sientes dentro de ti, o que te viene de fuera, la memoria, tu voluntad, todo lo que piensas y sientes o el sueño de la última noche. Las distracciones en la oración te informan también a veces de lo que te preocupa verdaderamente y de lo que te anima, y de lo que puedes presentar ante Dios y confiarle. También puedes escribir los asuntos pendientes, que te vienen al espíritu mientras oras y que no quieres olvidar, y volver sobre ellos en la oración.
Si tu corazón anda errante o sufre, vuélvelo a su lugar y ponlo dulcemente en presencia del Señor. Aunque a lo largo de tu vida no hayas hecho más que poner tu corazón en su sitio en presencia del Señor, porque cada vez que se escapa, cuando lo vuelves a poner, incluso entonces, has hecho bien. SAN FRANCISCO DE SALES Youcat Oración
7. Ora de formas diferentes.
Descubre y experimenta las múltiples maneras de orar, que pueden variar según el tiempo o según tu propio humor, o en razón de una determinada circunstancia: puedes recurrir a una oración formulada por otro orante que te inspira, o bien puedes orar personalmente con todo lo que te gusta decir. Puedes orar también a partir de la palabra de Dios en la Escritura (por ejemplo, las lecturas del día). No olvides tampoco la oración interior (o la oración de Jesús) en la que basta repetir una alabanza o simplemente el nombre de Jesús; es la oración interior, contemplativa, en la que todo el ser se calla y escucha…
8. Aprovecha las ocasiones.
Puedes aprovechar ciertas situaciones que se te presentan para improvisar una oración (una alabanza, una petición, una breve acción de gracias): un tiempo de espera, un trayecto en autobús, en tren o en coche (¡no poner rápidamente la música!), una hora de descanso, la capilla o la iglesia que se encuentra en tu camino diario. Deja que estas ocasiones de orar se conviertan en invitaciones para acercarte cada vez más a Dios.
9. Deja hablar a Dios.
Orar significa también escuchar la voz de Dios. Las palabras más claras de Dios son los versículos de la Sagrada Escritura que la Iglesia lee cada día. Habla a través de la tradición de la Iglesia y del testimonio de los santos. Pero habla también –a menudo de manera oculta– en el corazón de cada persona, por ejemplo, a través del juicio de tu conciencia o a través de una alegría profunda. La palabra de Dios en la Escritura hace audible la palabra de Dios en el corazón, y le da una voz. Deja que Dios tome la palabra cuando oras. Familiarízate con ella, estate atento a ella para ser capaz de distinguir su voz entre las demás voces, y aprende a reconocer su voluntad.

Nos lamentamos porque Dios no se manifiesta en los minutos que le consagramos. Pero ¿qué ocurre con las veintitrés horas y media en que Dios llama a nuestra puerta y en las que nosotros le respondemos: «Lo siento, tengo mucho que hacer»? ANTHONY BLOOM Youcat Oración
10. Ora con la Iglesia terrestre y celeste.
El que ora –solo o con otros– entra en la gran comunión de los orantes. Ella va de la tierra hasta el cielo, y comprende a los que viven todavía en la tierra, así como a los ángeles, los santos y la muchedumbre inmensa, que no podemos enumerar, de todos los que viven al lado de Dios. Orar significa también orar los unos por los otros. Por eso es bueno también no orar únicamente solo, sino hacerlo con otros cuando sea posible: en familia, con los amigos, o con la comunidad parroquial. Y con los santos. Puedes pedirles que oren por ti. Porque la solidaridad de oración de los hombres ante Dios no se detiene con la muerte.
¡Fijad en vuestra vida un espacio para la oración! Es bueno rezar solo, pero es aún mejor y más fecundo rezar juntos, porque el Señor ha dicho que cuando dos o tres están reunidos en su nombre, allí está él en medio de ellos (ver Mateo 18, 20). BENEDICTO XVI Youcat Oración
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