La empresa es más audaz que la que se necesitó para el descubrimiento de América o la conquista de la luna. Se trata de construir una nueva civilización, la civilización del amor. Para llevar a cabo este compromiso es necesario que los seglares se preparen con entusiasmo y decisión en un liderazgo efectivo, convincente impregnado de la sabiduría del Evangelio, que deje a un lado las palabras huecas, las arengas socialistoides, las poses paternalistas y pasen al frente mediante el testimonio de una vida ilu-minada por la fe; de un entusiasmo encendidoen el fuego del Espíritu y de una entrega sostenida por la gracia y derramada en obras de caridad cristiana.
El mundo de hoy necesita de testigos. Testigo es ése, el que se pone de pie y se adelanta para confesar ante el mundo inquisidor su experiencia de Cristo, el que da la cara por aquello que vive, el que sabe dar razón de su esperanza, el cristiano
que se faja el Evangelio y de ahí sacar los principios rectores, las líneas de conducta y la fuerza de su empuje.
El liderazgo cristiano no tiene nada que ver con el mover masas, dictaminar modos de comportamiento, subyugar a los que se considera inferiores. El liderazgo cristiano tiene que sercomo el del buen Jesús: cautivar con la firmezade su carácter, la pureza de su mirada, la discreción de sus labios, la sonrisa de su boca, la serenidad de su frente, el testimonio de su vida. Para no equivocarnos en este tipo de ministerio y no convertir nuestro equipo en un club de damas de sociedad, es necesario guiarnos por criterios bíblicos.
Comencemos repasando la historia de Gedeón narrada en el capítulo 6 del libro de Los Jueces. Las etapas de su vida las podemos dividir en tres momentos:
-Antes del encuentro, -Durante el encuentro y… -Después del encuentro.
1. Antes del encuentro.
Metámonos en la escena y veamos cómo vivía Gedeón antes del encuentro con Yahvé. Dice la Escritura: «Los israelitas hicieron lo que desagradaba a Yahvé, y Yahvé los entregó en manos de Madián». (Jue 6,1).
Los madianitas tenían camellos veloces como
gacelas, fuertes como elefantes; invadían comolangostas apocalípticas las tierras cultivadas por los israelitas y no dejaban víveres, ni bueyes, ni asnos, ni ovejas. El pueblo de Israel no tenía otra opción sino esconderse, como ratas en las cuevas. Actitud parecida a la de muchos cristianos de hoy que, ante la situación de violencia y deterioro social, se limitan a expresar su desaprobación sin molestarse ellos en hacer algo positivo. Es necesario un encuentro con el Señor de los ejércitos para rescatarlos de esta modorra espiritual.
2. El encuentro.
«Entonces los Israelitas clamaron a Yahvé…». (6, 7). Cuando les iba bien, no se acordaban deDios; cuando les empezó a ir mal, recobraron lamemoria, no sólo de que Dios existe, sino de que es mi Dios, el Dios de mis padres. El hombre, al acordarse de Dios, recupera la memoria de su dignidad, de su destino, de su propio valer.
«Vino el ángel de Yahvé y se sentó bajo el terebinto de Ofrá que pertenecía a Joás…». Es aquí cuando aparece nuestro héroe: «Su hijo Gedeón majaba el trigo en el lagar para ocultárselo a Madián, cuando el ángel de Yahvé se le apareció y le dijo: «Yahvé contigo valiente guerrero». Contestó Gedeón: «Perdón señor mío, si Yahvé está con nosotros ¿Por qué nos ocurre todo esto? Dónde están esos prodigios que nos cuentan nuestros padres cuando dicen: ‘¿No nos hizo subir Yahvé de Egipto?’ Pero ahora Yahvé nos ha abandonado, nos ha entregado en manos de Madián» (6, 11-13).
¡Qué bien representa Gedeón a muchos cristianos de hoy! Hay injusticias y miseriaen el mundo; hay divisiones y confusión en la Iglesia; hay desbandada de católicos que se van con las sectas; hay rencores y pleitosentre hermanos y, en vez de actuar en la tierra, reprochamos al Señor de los cielos: ¿Por qué Dios no hace nada?
Un apóstol de nuestro tiempo describía esta situación con estas palabras: «¡Hay tantos cristianos, tantas almas que no escuchan este llamado de Dios, ese reclamo que les hace para que colaboren con Él en el establecimiento de su Reino! Se contentan con cruzarse de brazos, con lamentarse y suspirar y quieren ver el mundo a las plantas de Jesucristo por medio de un milagro, sin molestarse ni trabajar ellos por conseguirlo. ¡A Cristo le faltan brazos! ¡A Cristo le faltan pies! ¡A Cristo le faltan lenguas! Los apóstoles, los verdaderos hombres del Reino, han de ofrecer los suyos incondicionalmente para laborar por los intereses de Cristo y de su Iglesia».
«¡Yahvé contigo, valiente guerrero!». Gedeón se extraña, y con razón. Él era un pobre labriego, él se creía un inculto campesino; sin embargo el ángel le llama «valiente guerrero». Todo llamado de Dios es un llamado a ser, a ser más de lo que somos. La vocación cristiana implica dejar de ser lo que somos, para empezar a ser lo que podemos ser con la fuerza del Espíritu. En todo llamado de Dios está la fuerza creadora del Espíritu Santo que nos da la posibilidad de ser más de lo que somos.
A una joven artista la entrevistaron en la televisión: «¿Usted qué quiere ser?» Y ella respondió: «Quiero ser yo misma». Y yo pensaba ¿Y por qué tan poco? Porque, como señalaba el cardenal Joseph Ratzinger: «El hombre está llamado a la conversión y no ala autoafirmación».1 Tú puedes ser más que tú misma, muchísimo más. El ángel en vez de llamar a Gedeón por lo que era: «humilde labriego», le llama por lo que está llamado aconvertirse: «valiente guerrero». Desde que Jesús se encarnó, ya hay algo más en el horizonte que ser yo mismo, yo misma. Dios nos invita a romper los límites de lo que somos, para llegar a ser lo que debemos. Dios nos llama a la ascensión, a ser auténticos cristianos, testigos que dan la cara, militantes que dejan huella en este mundo.
Joe era un cadete de los Marines. En la clase, el sargento contó un chiste obsceno y todos se rieron, menos Joe.
—¿Por qué no te reíste Joe? Preguntó el sargento. — Soy católico.
— ¿Y eso, qué? También yo, arguyó el sargento. —Yo practico.
Ahí está la diferencia: una cosa es decir lo que se es y otra cosa es ser lo que se dice. Nacemos cristianos por decisión de padres y padrinos, pero sólo podremos serlo por convicción.
La misión.
«Entonces Yahvé se volvió hacia él y le dijo: «Vete con esa fuerza que tienes y salvarás a Israel de la mano de Madián. ¿No soy yo el que te envía?»
«Le respondió Gedeón: «Perdón, señor mío, ¿Cómo voy yo a salvar a Israel? Mi clan es el más pobre de Manasés y yo el último de la casa de mi padre» Yahvé le respondió: Yo estaré contigo y derrotarás a Madián como si fuera un hombre solo» (6, 14-16).
Delante de Dios no sirven las falsas humildades: «Yo soy un ignorante campesino, no tengo talentos, no sé hablar». ¿Quién te dio esa boca que tienes, esos brazos, esos pies? O sea que sí tienes pies para ir al cine, sí tienes manos para rascarte la barriga, sí tienes boca para criticar y para quejarte… y ahora me vienes con que no sabes hablar. ¡Yahvé contigo, valiente militante¡ ¡Yahvé contigo valiente, mujer! Alma grande, corazón en fuego.
«Yahvé está contigo» y Gedeón, el humilde campesino, se convirtió en valiente guerrero.
«Yo estaré contigo» dice Dios a Jeremías y aquel joven tímido, empezó a hablar con lengua de fuego que hacía temblar a los poderosos.
«El Señor está contigo» saluda el ángel a María y la humilde aldeana se convierte en embajadora del Espíritu.
El sacerdote en la Misa, abriendo las manos nos dice:
—«El Señor esté con vosotros». —¿De verdad? ¿En serio?
Si el Señor está contigo ¿Cuál es tu determinación?
«Entonces Gedeón se dio cuenta de que era el Ángel de Yahvé y dijo: «¡Ay de mí Señor Yahvé! ¡Pues he visto cara a cara al Ángel de Yahvé!» (6, 22). Si Gedeón hubiera vivido en nuestros tiempos, se hubiera puesto a anunciar a todos en el pueblo, que el ángel se le había aparecido a él y sólo a él y a repartir estampitas de ángeles. Gracias a Dios, en aquellos tiempos no había televisión y a los «videntes» se les exigía la acción. La gente de aquellos tiemposera quizá ignorante, pero no tonta; creía más enlo que hacía el vidente, que en lo que decía. Por eso, lo que nos hace falta hoy, no son videntes que predicen el futuro sino visionarios que se adelanten a él.
«Aquella misma noche Yahvé dijo a Gedeón: «…vete y derriba el altar al dios Baal propiedad de tu padre, luego construirás a Yahvé tu Dios, en la cima de la altura escarpada, un altar bien preparado…» (6,25). La primera batalla que tuvo que dar el «valiente guerrero» no fue contra los hombres de Madián, sino contra todo aquello que le separaba de Dios, contra su mismo estilo de vida.
Para encender fuego en su corazón, un apóstol tiene que «desprenderse» y romper con todo aquello que le separa de dios, romper con los otros señores, con los ídolos que dominan en su vida: con el demonio, el mundo y la carne. Lo primero que le ordena Yahvé, es poner orden en su vida. Para dar la batalla de la fe es necesario primero hincar en nuestro corazón la banderadel Evangelio; imponer a nuestra vida la disciplina de los Mandamientos. La primera conquista valiente es la de nuestro corazón.
Gedeón acata la orden y destruye a mazazos los ídolos de piedra levantados por su padre. Esto le trajo enemistades entre los mismos de su casa, pero ¿qué importa?, «¡Yahvé contigo, valiente guerrero!». Así es como aquel humilde campesino, venciéndose a sí mismo, rompiendo con todo lo que le separa de Dios y acatando su voluntad, se va haciendo guerrero.
El valor no es algo reservado para las guerras; el cristiano necesita valor para presentarse como tal en el hogar, entre los amigos, en laoficina; para romper con ciertos estilos de vidadonde cualquier manifestación de religiosidad es considerada como fanatismo. Se permite y se ve bien que haya pasión en el fútbol, en el tenis, en las carreras de caballos, pero si uno empeña en la religión alma y corazón, es tachado de fanático.
3. Después del encuentro.
La lucha interior es lo primero, pero no basta;es necesario enrolarse en un movimiento organi-zado y disciplinado para enfrentarse al enemigo de Madián.
Hay quien dice que no necesita afiliarse a movimientos o agrupaciones para ser un buen cristiano y es probable que sea verdad, pero también es verdad que sin el grupo no hay exigencia, ni compromiso, ni constancia.
«Es que todos son unos hipócritas». Pues comienza tú a dejar de serlo viviendo a fondo tus compromisos y así ya no todos lo serán.
Debemos recordar que Madián, el enemigo de Dios y de la fe, está bien organizado, desa-rrolla estrategias eficaces para erradicar todosentido de Dios en el mundo y así convertir a todos en esclavos del hedonismo y del materialismo. Están tratando de crear una corriente materialista y pagana y tienen los medios y el poder. Para enfrentar a un enemigo así, no bastaser personas pías, ni siquiera buenos cristianos;se requieren militantes enrolados en un movimiento disciplinado, combativo, conquistador. Los enemigos de Dios no temen sino a los de su tamaño. De aquí la necesidad de formar a los líderes. Jesucristo nunca concibió el cristianismo como un remedio psicológico para combatir el estrés, ni como algo reducido a rutinarias prácticas dominicales, sino como la ciudad en el monte. La ciudad en el monte, amurallada, era el lugar de las batallas.
Gedeón pues se organiza, se agrupa, hace un llamamiento a las armas e invita a todos los hombres de las principales tribus de Israel a juntarse con él para la batalla. Y se le juntaron pronto y en bola, treinta y dos mil hombres: todos los aventureros, los vagos, los desempleados, y alguno que otro pandillero y prófugo de la justicia. Y Gedeón los aceptó a todos sin discriminación de raza, color, ni olor y se sentía muy seguro por aquello de que «no somos machos, pero somos muchos». Pero Dios no piensa como los hombres. Dios hace una selección. Él no quiere cantidad de mercenarios, sino calidad de convencidos. Y por eso pone a prueba a los soldados.
Gedeón, entonces, manda a todos subir a un monte alto para que divisen al enemigo. Y al ver al ejército enemigo, numeroso como langosta, sintieron un tremendo traqueteo en su corazón. Entonces Gedeón mandó pregonar: «El que tenga miedo y tiemble, que se vuelva» y no tuvo que repetirlo dos veces porque, al instante, se regresaron a su casa 10,000 hombres.
Le quedaron a Gedeón 22,000. Pero Yahvé dijo a Gedeón: «Son todavía demasiados: ponles una prueba de resistencia, que caminen varias leguas bajo el sol y después llévalos a beber al río: «A todos los que lamieren el agua como perro, los pondrás a un lado y a todos los que se arrodillen para beber los pondrás a otro» (7, 4-5).
El número de los que bebieron el agua con las manos en la boca fueron 300. Beber el agua con las manos en la boca es como beben los hombres. Y eso es lo que quería Yahvé: hombres, no salvajes. El coraje del Evangelio no surge del odio al enemigo, sino del celo por Dios. Para que Dios bendiga a un grupo, a un movimiento, es necesario que se pongan metas elevadas, compromisos exigentes y… el que tenga miedo, que se retire. El problema de la Iglesia Católica no está fuera sino dentro, en los católicos a quienes les gustan los colores de la camiseta pero no quieren nada que les apriete.
Cristo y Darwin parecen coincidir en que, para que la vida evolucione, es necesaria la selección natural. La selección en el mundo animal se dapor su capacidad de adaptarse al ambiente; laselección en el mundo espiritual, surge por lacapacidad de transformarlo. Cristo nunca hizo rebajas a sus exigencias, ni ofreció baratas de invierno. Al joven rico le puso como condición dejarlo todo, él seleccionó doce apasionados, losforma, los instruye en privado, los convence y, con doce convencidos, dispuestos a morir por la causa (Jn 11,16), conquistó el mundo. Cristo no ofrece descuentos a sus seguidores, al contrario:les promete dificultades, persecuciones y sufri-mientos; de esta manera confirmó la ley de selección que ya había usado Gedeón: «El que tenga miedo que se retire» (Jueces 7,3).
Otra razón por la que Dios prefiere pocos esque Él es celoso de su gloria, no quiere que los hombres se enorgullezcan a su costa. La misión es para el hombre, la gloria para Yahvé. Si un equipo, grupo o movimiento sólo se propone hacer lo que ellos humanamente pueden hacer, Dios los abandona. Para contar con Dios es necesario lanzarse a empresas sobrehumanas, obras que reclaman la fe, que exigen contar con Dios para llevarlas a cabo.
4. La batalla.
¡300 hombres de Israel, contra 30,000 de Madián! Era una locura. Es la locura del que cuenta con Dios. Sin embargo, es necesario repasar la historia para no sacar conclusiones equivocadas.
Gedeón, iluminado por Dios, no se lanzó a lo bruto a la batalla sino que planeó la estrategia. Lo que le faltaba de hombres, lo suplió usando el cerebro. Gedeón no era de los que creen que la cabeza se nos dio nada más para usar la cachucha. Por eso antes de emprender la batalla, organiza a su gente, planea la estrategia y toma decisiones prudentes. Las empresas de Dios exigen el uso de todos los talentos.
5. La estrategia.
Gedeón dividió a los trescientos en tres cuerpos… y como armas les dio antorchas, cántaros y cuernos… Encendieron las antorchas y cubrieron su resplandor con los cántaros vacíos. Aprovechando la oscuridad de una noche sin luna, se apostaron en tres colinas. De repente, al cambio de guardia del enemigo, rompieron los cántaros, brillaron las antorchas y tronaron con estrépito los cuernos. El ejército de Madián se despertó entre alaridos y, confundidos en la oscuridad, se atacaron unos a otros. Entonces Gedeón y los suyos los persiguieron, les dieron una buena fumigada como si fueran langostas y se acabó la plaga.
La enseñanza es evidente: No se necesitan muchos hombres y mujeres para cambiar el mundo y establecer la civilización del amor, pero sí es necesario que esos pocos sean hombres y mujeres de fe, capaces de afrontar riesgos, de empeñar todos sus talentos en la empresa.
Cosa extraña, en esta batalla no se mencionanni cascos, ni escudos, ni espadas; sino cuernos,cántaros y antorchas. El cuerno es el pregón audaz del evangelio, la antorcha encendida esla fe irradiante, el cántaro que protege la llama,el magisterio.
1 El rostro de Dios p. 79 Ed. Sígueme 1983
Del libro Líderes y Dirigentes.