¡Ser tú es un milagro!

¿Alguna vez te has puesto a pensar que probabilidad había de que tú nacieras? Vaya, ¿qué probabilidad había de que precisamente ese esperma, el cual estaba en competencia con otros milloncitos, llegara a fecundar ese óvulo y se lograra el gran milagro de tu vida?

Si te pones analizar porcentajes te darás cuenta de que tu vida como la mía son un verdadero milagro.

Observa tu alrededor, mira a cada persona que pasa junto a ti y ¡maravíllate! Realmente sorpréndete de que no exista otra como tú. Quizá parecidas, pero igual a ti ninguna.

¿Estás realmente viviendo o solo estás existiendo? La muerte se vuelve algo trágico para quienes no han vivido y muchas veces dejamos de vivir cuando queremos vivir la vida de alguien más o cuando no nos reconocemos como seres valiosos.

Así es, hay que vivir, pero realmente vivir aceptando nuestra realidad tal cual es y aceptándonos tal y como somos. Y con esto no me refiero a tener una actitud mediocre y comodina de “así soy, ¿y?”, sino que de acuerdo nuestra realidad perfectible hacer nuestro mejor esfuerzo por ser cada día un poco mejores sin dejar de disfrutar el trayecto.

Luego pasa que en esa afán de no aceptarnos y de pretender ser como alguien más nos perdemos de esta maravillosa realidad presente de ser nosotros mismos. Nos olvidamos de que cada uno tenemos una vocación específica y que dentro de esa llamada habremos de cumplir una o varias misiones todas encaminadas a llevarnos a la verdadera plenitud.

Por supuesto que hay buscar imitar en los demás aquello que es digno de ser imitado, pero eso es muy distinto a pretender “querer ser” o “actuar” como alguien más, ocupando un lugar que no nos corresponde.

De verdad, ¡tu vida es un milagro! Las características y cualidades que tú tienes te hacen único. No te hacen ni mejor ni peor que otros, simplemente distinto. ¡Y es maravilloso ser diferente!

Atributos de la persona que son regalos de Dios: dignidad, responsabilidad, insustituibles, irremplazables, irrepetibles, seres sociales, unicidad, libertad.

¿Sabes que son todos esos? Regalos del cielo. No hicimos nada para merecerlos. Ya venimos de fábrica con ellos. Los seres humanos somos las únicas criaturas de la creación con esos atributos afines. Y esta es la paradoja, que esas mismas cualidades, a pesar de que todos los poseemos, nos hace ser únicos, diferentes unos de otros. Son dones que debemos de reconocernos porque nos invitan a creer fehacientemente que somos personas valiosas por el simple hecho de “ser”.

“A veces sentimos que lo que hacemos es tan solo una gota en el mar, pero el mar sería menos si le faltara esa gota” . Madre Teresa de Calcuta

Somos una unión perfecta de cuerpo y mente aunados a un alma espiritual eterna y única. Además los atributos antes mencionados, tú y yo tenemos dones, talentos, carismas y características físicas muy particulares. Es decir, herramientas interiores y exteriores que nos capacitan para cumplir aquello que se nos ha confiado en esta vida. Descubrirlos lo antes posible es importante, pero no para vanagloriarnos, sino para ponerlos al servicio de nuestra misión.

Es imperativo reconocer todo aquello que nos ha sido confiado y ponerlos a los pies del mundo, a su servicio porque si no hacemos lo que nos corresponde de acuerdo nuestra vocación y estado de vida, a nuestras cualidades y talentos, nadie más lo hará por nosotros.

Por algo estamos en este mundo. Hay que dejar nuestra huella, nuestra firma personal. Sí, que los demás nos vean y seamos fuente de inspiración, entre otras cosas, para que reconozcan lo que su vida es: el milagro de milagros.

¡Alégrate de ser quien eres! Eres un regalo de Dios para los demás.