
La expresión “necesidad de” se refiere clásicamente a un objeto cuya falta puede ser “llenada” por el objeto mismo, pero en realidad esta interpretación mantiene la confusión habitual entre necesidades y satisfactores. ¿Y en el caso de la dimensión espiritual del hombre, podemos hablar de necesidades? ¿Se puede hablar en términos de “necesidad” cuando se trata del cuestionamiento del hombre sobre sí mismo? Quizás, por ahora, lo único que podemos afirmar es que la necesidad espiritual existe, pues su no satisfacción entraña sufrimiento. Y, también podríamos decir que puede haber una definición negativa de las necesidades espirituales, que no son ni estrictamente físicas, ni estrictamente psicológicas.
La Organización Mundial de la Salud afirma que lo “espiritual se refiere a aquellos aspectos de la vida humana que tienen que ver con experiencias que transcienden los fenómenos sensoriales. No es lo mismo que “religioso”, aunque para muchas personas la dimensión espiritual de sus vidas incluye un componente religioso. El aspecto espiritual de la vida humana puede ser visto como un componente integrado junto con los componentes físicos, psicológicos y sociales. A menudo se percibe como vinculado con el significado y el propósito y, para los que están cercanos al final de la vida, se asocia comúnmente con la necesidad de perdón, reconciliación y afirmación de los valores”.
- La necesidad de ser reconocido como persona.
La prueba de la enfermedad y todo lo que conlleva amenaza a la persona en su identidad de maneras diferentes. La enfermedad aparece como una intrusa que ha invadido su cuerpo y su conciencia sin su consentimiento. El paciente se siente reducido o identificado con su enfermedad. Se produce, además, una privación de sus anteriores roles sociales, de sus responsabilidades, se le aparta de decisiones que le conciernen, fomentando la sensación de aislamiento e inutilidad.
Ser reconocido como persona es sentirse realmente asociado a las decisiones, porque participando en ellas tiene la impresión de controlar la situación y de ser considerado con valía. Aquí aparece también la necesidad del paciente de amar, de darse, de tener la iniciativa de una relación positiva, no sólo de recibir.
- La necesidad de releer su vida
Se da una exploración de la memoria, un mirar el pasado como un recorrido. La enfermedad grave provoca la urgencia de palabras verdaderas. Como una necesidad vital de que esa palabra sea recogida, escuchada. El paciente tiene necesidad de hablar de su vida pasada, de lo positivo realizado y surge el deseo de ser reconocido en lo mejor de sí mismo. Se observa en el curso de esta relectura una búsqueda de lo que tiene peso, de lo que es más fuerte que la muerte. Se organiza una nueva jerarquía de valores, porque la persona necesita vivir desde los valores.
- La necesidad de encontrar sentido a la existencia
La aproximación de la muerte se presenta como la última crisis existencial del hombre. La pregunta por el sentido es una búsqueda a veces dolorosa que conducirá a algunos enfermos a un proceso difícil pero creativo lleno de renuncias y de nuevos compromisos, como una especie de “último alumbramiento de ellos mismos”.
- La necesidad de liberarse de la culpabilidad. Necesidad de perdonarse.
En ocasiones, la vida pasada del enfermo genera muchas culpabilidades, muchas veces autocondenas. Los acompañantes no deben exagerar esos sentimientos, pero tampoco trivializarlos. Son los suyos. El sentimiento de culpabilidad en las enfermedades graves puede provenir de dos fuentes. La primera, en relación con el deseo de encontrar una explicación al mal. La segunda, en relación a lo que Cecily Saunders (†) enuncia como dolor espiritual. Se busca una explicación y algunos la encuentran viviendo la enfermedad como un castigo de Dios o de la vida, en general. Si hay castigo, es que hay falta, aunque no esté identificada. Esta actitud lleva secundariamente a lo que Elizabeth Kübler-Ross (††) denomina “pacto”. Como si la manera de vivir a partir de ese momento pudiera influir sobre el momento y las condiciones de nuestra propia muerte.
- La necesidad de reconciliación. Necesidad de sentirse perdonado
Todos hemos tenido alguna vez la sensación de haber hecho daño a alguien. Uno siente que ha hecho algún mal a otro. Son conductas relacionales. Sólo pudiendo reconciliarse, se puede decir adiós. Esta necesidad se expresa también en lo que algunos pacientes llaman “poner en orden sus asuntos”. Necesitan una confianza que no puede venir más que de los otros. Necesitan sentir ese perdón, bien sea explícita o implícitamente. A esas alturas de la enfermedad, el acompañante no podrá curarla, pero sí podría cooperar en sanar la relación profunda consigo mismo, con los otros y/o con Dios.
- La necesidad de una continuidad
La necesidad de sentido no es sólo una mirada hacia atrás, sino también una mirada hacia adelante. La continuidad que puede venir desde una obra comenzada, desde los descendientes… La sensación de que alguien / algo toma el relevo de algo importante…
- La necesidad de auténtica esperanza, no de ilusiones falsas
La esperanza suele nacer de las experiencias positivas que se hacen en la vida, aunque sea en medio del sufrimiento. Nadie es la esperanza, pero toda persona puede ser el eco de la esperanza; al igual que nadie es la salud, pero toda persona puede ser realmente agente de salud. Sin embargo, acompañar desde la esperanza, no es nada fácil.
- La necesidad de expresar sentimientos y vivencias religiosas
● Para muchos creyentes, la fe se pone a prueba en la enfermedad grave, por el sufrimiento y la aproximación de la muerte. Se revuelve todo su ser. Se puede expresar contra un Dios que ha estado presente como todopoderoso y que no hace nada para su curación y el fin de su sufrimiento. “¿Por qué son ineficaces mis oraciones? ¿Por qué Dios no interviene?”
● La demanda de la visita del sacerdote puede ser la expresión de una apertura a la transcendencia, de un deseo de relación con Cristo. Los visitadores laicos contribuyen a mantener al paciente en una relación sujeto a sujeto, creyente a creyente, la oración común viene a retomar el corazón de su cuestionamiento y de sus esperanzas.
● El sacramento de la Unción de los enfermos expresa para muchos el deseo de estar reconciliados. Es también la expresión de la fe en la acción concreta de Dios, principalmente en unas circunstancias donde la medicina alcanza sus límites.
● Algunos pacientes expresan el deseo de vivir una “confesión general”, buscando la seguridad sacramental de un perdón. Esta expresión de perdón viene a confirmar que ellos pueden intentar vivir según una nueva jerarquía de valores.
● Otros, además, encontrarán en la Eucaristía la seguridad de permanecer hasta el final como miembro de una comunidad creyente y que lo mantiene en una relación filial con Dios.
† Cicely Saunders, pionera de los cuidados paliativos, transformo el cuidado de los moribundos fundadora del movimiento Hospice.
†† Elizabeth Kluber-Ross Medico, tanató loga, escritora y conferencista sobre el arte de Acompañar a enfermos terminales.
Jorge Mario del Cid
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Apostolado de Cuidados Paliativos
Guatemala