“El amor es la necesidad de salir de uno mismo para encontrarse con otra persona”. (Enrique Rojas)

“Made for more” -Hechos para más- es el nombre de la ponencia del famoso conferenciante ChristopherWest que tuve oportunidad de escuchar.

Como si estuviéramos hipnotizados, cada palabra hacía eco en cada uno de nuestros sentidos. Habló de Dios, de la dignidad de la persona, del amor humano y su sexualidad, así como el milagro de la vida. Una maravillosa intervención que nos llevó a darle una ovación de pie.

Te comparto solo algunos puntos que me invitaron a la reflexión:

Hechos para más

De dónde venimos y a dónde vamos son dos preguntas decisivas para entender lo que ser humano significa y cómo orientar nuestras vidas y acciones hacia la auténtica realización. Estamos creados para mucho más de aquello que la cultura moderna nos ofrece.

Tenemos madera para disfrutar del banquete infinito de amor vivo, de un amor cuya raíz está en nuestro Creador. Fuimos creados por amor, y hacia el amor hay que dirigir toda nuestra vida, en cada acción que hagamos.

Somos una unión perfecta de alma espiritual y cuerpo a la que hay cuidar con la dignidad que merece. Hoy existe una desconexión entre estos porque se ha dejado de creer en una vida trascendente.

Cuerpo y espíritu deben caminar a la par. El cuerpo es importantísimo porque es el carruaje del espíritu, el vehículo para alcanzar la plenitud y darle gloria a Dios. Y el alma, también merece ser cuidada y protegida porque un alma sana y limpia nos capacita para reconocer con más facilidad nuestra dignidad y la de los demás. 

No ver, sino mirar, pero con los ojos del alma

Para de verdad amar y aceptar a los demás -y ellos a nosotros- hay que aprender a ver la esencia de cada persona. Es decir, verla de adentro hacia afuera para apreciarla en su todo. Traspasar su piel, entrar a su corazón, mirar su alma; reconocer y entender que hay dentro de ella y así incrementar mi capacidad para amarla y aceptarla.

La gran crisis del amor y de la persona

Nos estamos quedando solo en la superficie. Nos hemos atrevido a tratar a las personas como cosas y a las cosas como personas. No, las personas no son “algo” desechable ni satisfactores de “mis” gustos, necesidades, deseos y preferencias. El amor es un valor universal el cual siempre debe buscar el bien del otro. Si “uso” a las personas, entonces no las estoy amando. 

Si no miramos y tratamos a nuestros cuerpos como alguien -con dignidad- y no como algo, si no valoramos a la persona humana seguiremos caminando ciegos, devaluados. Cuando solo veo el cuerpo de las personas, cuando lo desprecio buscando solo mi propia satisfacción, cuando la veo como “cosas” dejo de mirar la dignidad que posee y también me devalúo yo como persona. 

A las personas nunca se les debe tratar como objetos porque las cosas son prescindibles, replicables y repetibles; las personas somos indispensables, insustituibles e irrepetibles. ¡Gran diferencia! ¡Basta ya de cosificar a la persona!

Dignidad con identidad desde que nacemos

El mundo moderno nos quiere vender la cultura de nacer y crecer sin identidad, sin un arraigo. ¡Peligrosísimo! El sentido de pertenencia, la identidad son necesidades del ser humano y no debemos permitir que se nos arranquen. Se nace hombre o mujer y cada ser que nace es un reflejo de la gloria de Dios.

Ver y dejarte ver por la mirada de otra persona; mirar la esencia y no la apariencia. Pienso que este mucho sería muy distinto si de verdad unos a otros nos miráramos con los ojos del alma, reconociendo el valor que cada uno poseemos. En los creyentes, descubrir nuestra dignidad de hijos de Dios. Las personas somos mucho más que un cuerpo bien formado o una cara bonita. Cada una somos almas envueltas en un sobre distinto, pero igual de dignas y maravillosas todas. Que tu propósito a partir de hoy sea de verdad mirar a cada persona que pase junto a ti, de adentro hacia afuera. Si te cuesta trabajo pide a Jesús que te preste sus ojos y déjate sorprender.