Se habla mucho del cuidado en tiempos de pandemia, pero los cuidadores no son sólo los médicos o profesionales de la salud. Hay muchas personas que hoy a partir de la situación están a cargo de cuidar a otros seres queridos, un padre o madre, amigos o niños en casa.

Lo particular de este tipo de acompañamiento es que se da como un proceso que no solo lo vive quien recibe el cuidado, sino también quien lo da. Los cuidadores también se encuentran en un contexto nuevo que les afecta y padecen necesidades.

En algún punto tenemos que cuidarnos los unos a los otros. Uno de los grandes desafíos en estos tiempos es el de poder encontrar un equilibrio entre ejercer un buen cuidado con las personas que nos rodean y dejarnos cuidar para mantenernos saludables y ser efectivos en el cuidado.

Neutraliza el estrés

El estrés es muy común, pero para cuidar bien a una persona hay que intentar mantenerse sano y bajar decibelios. Asegúrate de buscar un tiempo para hacer actividades que inviten a la relajación como dar un paseo, escuchar música, leer un buen libro o pintar. La meditación también contribuye a la salud y al bienestar.

Come sano

El agotamiento se agrava si la dieta consiste en llenarse de comida rápida. Muchas de las actividades del cuerpo están controladas por sustancias químicas naturales llamadas neurotransmisores que transportan señales entre los nervios y otras células para ayudar a controlar los latidos del corazón y la respiración. Consume alimentos nutritivos para mantener estable el nivel de azúcar en la sangre y el estado de ánimo.

Haz deporte

Permanece físicamente activo. Si bien es importante dormir lo suficiente, tendrás más energía y un sueño más reparador si haces algo de ejercicio moderado durante el día. Los beneficios para la salud mental están bien documentados. Intenta caminar durante 30 minutos o correr por las mañanas. Zumba y otras clases de baile también son una excelente manera de mantenerse activo.

Considera acudir a grupos de apoyo

Las personas que cuidan a otros a menudo se sienten aislados. Los grupos de apoyo reducen esa soledad, al igual que las comunidades en línea. Para reducir el trabajo, considera la posibilidad de buscar ayuda profesional en otros asistentes y enfermeras domiciliarias para obtener más información o recursos.

Busca armar una rutina

Las actividades de cuidado personal deben planificarse de antemano. Empieza por mantener una rutina normal tanto como sea posible. Toma una ducha temprano en el día, cepíllate los dientes, ponte ropa con la que te sientas bien. Una de las mejores formas de superar el caos es anclarse en la rutina.

Toma medidas de prevención

Siempre es bueno tener un plan B por si algo inesperado ocurre. Infórmate sobre los servicios de catering de casas vecinas que pueden ofrecerte alimentos sabrosos y nutritivos cuando no quieras o puedas cocinar o necesites un relevo. Reúne información sobre los médicos a domicilio y otros servicios a domicilio.

Comparte con alguien cómo te sientes

Un cuidador estresado no puede ayudar porque la otra persona siente y responde a la tensión. Esto empeora la situación. No puedes ignorar el cuidado personal. Cuando haya momentos que se sientan más desafiantes, no te quedes solo y habla con algún familiar, amigo o persona de confianza.

Mide tu consumo de noticias

Programar cuándo leer o ver las noticias puede ayudar a mantener medido su consumo. La exposición a los medios pueden desencadenar emociones adversas y hacer que uno se empantane. Omítelo por un tiempo o solo consume lo suficiente para estar al día con las noticias locales.

No te culpes si te sientes mal

Es normal que los cuidadores se sientan impotentes y frustrados muchas veces. Utiliza los recuerdos de los días buenos para ayudarte en los días malos. Algunos días, el cuidado es satisfactorio. La persona a quien acompañas muestra mejoría o sonríe, pero otros se irrita o se queja. Esto podría hacerte sentir que tu arduo trabajo ha sido inútil. Recuerda que estos sentimientos son normales.

Cuida desde el amor

Podemos cuidar con mala actitud, mal predispuestos o incluso a regañadientes. No se trata de estar siempre alegres, sino poniendo amor en cada acto. Esto se traslada en hacer la vida más agradable a los demás. Lidiar con los escenarios difíciles que presenta el cuidador puede ser estresante, pero superar esos momentos puede ser muy gratificante. Cuando la prioridad es el amor, el cuidado es más efectivo para todos.

Dosifica la energía

Una buena manera de distribuir la energía para que no se agote es no pensar demasiado y enredarnos en los pensamientos. Olvídate de hacerlo todo perfecto y enfócate en hacer lo mejor que puedas. Baja la velocidad para cometer menos errores y concéntrate en lo que estás haciendo. Hacer en exceso no significa hacerlo bien.

Ten en cuenta cuestiones prácticas para el cuidado

Asesórate con recomendaciones basadas en otras experiencias previas de cuidadores que han tenido a cargo a otras personas. Empápate con información práctica y útil sobre el lavado de la ropa, la cocina, la alimentación, la higiene y la ventilación según los protocolos de seguridad por el virus.

Prioriza el descanso

Trata de establecer una rutina de sueño y guarda las tareas del hogar para más tarde cuando hayas podido dormir y recuperar las energías de nuevo. Cuidar a alguien es más que realizar tareas de cuidado todos los días. Afecta la vida de muchas maneras y hay un agotamiento no solo físico, sino también mental.

Pide ayuda cuando lo necesites

El cuidar a otros requiere de mucho trabajo y hay momentos en los que uno no puede manejarlo todo solo. Es importante saber pedir ayuda. El trabajo de cuidado se maneja mejor cuando se distribuye entre los miembros de la familia. Con los múltiples cambios y restricciones impuestos en los tiempos de COVID, las tareas del hogar en general han aumentado y esto hace que la ayuda adicional sea más importante.

Repara vínculos desde el cuidado

El cuidar a otro nos ubica en una situación de encuentro con el otro, abriendo la posibilidad de perdonarnos y amigarnos, sentirnos amados y construir relaciones sólidas. Cuidar a los demás ayuda a desarrollar empatía y una capacidad de conectarnos en tiempos difíciles. El acto de cuidar a otro es muy poderoso porque crea vínculos profundos a medida que las personas se apoyan entre sí.

Aprovecha las habilidades del cuidado

Los cuidadores adquieren una variedad de habilidades a partir de sus experiencias. Cuidar de otra persona nos obliga a aprender las formas adecuadas de hacer algo, ya sea planificar el futuro o manejar comportamientos desafiantes. También nos enseña virtudes importantes como la paciencia, la comprensión y la lealtad que nos beneficiarán tanto en nuestra vida personal como profesional.

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