“Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”.

—Apocalipsis 12, 1

¿Qué dice la Biblia acerca de María?

María, esclava del Señor. Dijo María: “He aquí la esclava del Señor”. Lee: Lucas 1:38. María no es una diosa, sino la sierva del Altísimo. “Ella se consagró totalmente como esclava del Señor, sirviendo a la persona y a la obra de su Hijo”. Estudia: Lumen Gentium, 56.

María es la primer cristiana, y modelo de todo verdadero creyente ya que nos precedió a todos en el camino de la fe y cooperó activamente en el plan de redención con su “Sí” a Dios: “Hágase en mí según tu palabra.” Lee: Lucas 1, 38.

María modelo de fe y obediencia. “La Virgen María realiza de la manera más perfecta la obediencia de la fe… Durante toda su vida, y hasta su última prueba, cuando su hijo murió en la cruz, su fe no vaciló”. Lee: Catecismo de la Iglesia Católica, 148 ss. Si por la desobediencia e incredulidad de la mujer, Eva, todos cargamos la maldición del pecado y de la muerte; también por la fe y obediencia de la mujer, María, todos somos benditos por su fe. Lee: Génesis 3, 15.

María es hija de Dios Padre. Todos somos hijos de Dios, pero ella es la elegida de Dios “entre todas las mujeres” desde el primer instante de su concepción. Por ello el ángel la llama: “llena de gracia”, desde el principio. De no ser así, el ángel le hubiera dicho: “serás llena de gracia” es decir, antes no, pero ahora sí. Catecismo de la Iglesia Católica, 490 ss.

María es Madre de Dios Hijo. Jesucristo en cuanto a su divinidad tiene un solo Padre, el que lo engendró en los cielos. Lee: Hebreos 1:5. Jesucristo, en cuanto a su humanidad, tiene una sola Madre, la que lo engendró en la tierra, lee: Lucas 1, 31. María no es una diosa porque no engendró a Cristo en cuanto a su divinidad, pero sí es Madre de Dios porque engendró a Cristo en cuanto a su humanidad. Y como en Cristo hay una sola persona, la persona divina del Verbo, María es Madre de Dios.

María es sagrario del Espíritu Santo. El Espíritu Santo vendrá sobre ti y la virtud del Altísimo te cubrirá con su sombra. Lee: Lucas 1, 35. Moisés se descalzó ante la zarza ardiente. ¿Acaso esto es idolatría? No, porque en la zarza se manifiesta Yahvé. Lo mismo María, ella es la zarza ardiente de la teofanía definitiva: llena del Espíritu Santo, nos presenta al Verbo. Catecismo de la Iglesia Católica, 724. Y por eso los Magos se arrodillaron ante María con Jesús en sus brazos. Lee: Mateo 2, 11.

Virgen y Madre. María concibe y da a luz al Hijo de Dios con y por medio del Espíritu Santo. Su virginidad se convierte en fecundidad única por medio del poder del Espíritu. Lee: Mateo 1, 23. Catecismo de la Iglesia Católica, 723.

¿Qué lugar damos a María?

El que Dios Padre le da.

Dios manda alabar a María. El ángel Gabriel enviado por Dios saludó a María con estas palabras: “Alégrate, llena de gracia, el Señor es contigo” Lee: Lucas 1, 28. Si así alaban a María los siervos de Dios en el cielo, los siervos de Dios en la tierra ¿no debemos hacer lo mismo?

El que le da el Hijo.

Jesucristo honraba su Madre. Hagámonos estas preguntas: ¿Era María la madre de Jesús? Sí, sí lo era. Así la llaman los evangelistas. Lee: Juan 2, 1. ¿Jesucristo cumplió los diez mandamientos? Por supuesto que sí. ¿Jesucristo cumplió el 4º mandamiento: “Honrarás a tu padre y a tu madre”? Yo pienso que sí.

Por tanto, Jesucristo honraba a María su madre, más aún “les obedecía y les estaba sujeto”. Lee: Lucas 2, 51. ¿No debemos hacer los cristianos otro tanto? Si somos hermanos en Cristo de verdad, entonces debemos tener una madre en Cristo de verdad.

Si Jesucristo es modelo de todas las virtudes, ¿cómo es posible que algunos cristianos prediquen a un Cristo que ni siquiera reconoce a su madre, un Cristo que desprecia a su madre “como una mujer cualquiera”? ¿Ese es el Cristo que predicas a tus hijos?

El que le da el Espíritu.

El Espíritu inspira alabanzas a María. La Biblia dice que “Isabel fue llena del Espíritu Santo y exclamó con gran voz: “Bendita tú entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre” Lee: Lucas 1, 42. Hoy hay muchas personas que dicen poseer el Espíritu pero ¿qué espíritu será ese? Lee: 1 Juan 4, 1. ¿Será el Espíritu Santo o será otro espíritu? No lo sabemos. Lo que sí sabemos, de lo que sí estamos seguros, es que los que se llenan del Espíritu alaban a María con estas palabras: “Bendita tu entre las mujeres y bendito el fruto de tu vientre”. Por eso, todo verdadero carismático será siempre mariano. Estudia Catecismo de la Iglesia Católica, 722 y siguientes.

El que le da la Biblia.

La Biblia le da a María un puesto importante al lado de Jesús. Los Evangelios nos la presentan como activa colaboradora en la misión de su Hijo. En Belén da a luz a Jesús, lo presenta a los pastores, a los magos y en el Templo; convive con Él treinta años en Nazaret; intercede en Caná; sufre al pie de la cruz; ora en el Cenáculo. Por tanto, hacer a un lado a María, separarla de Cristo, no es lo que la Biblia enseña. Si los Reyes Magos adoraron a Jesús en brazos de María, ¿será idolatría imitar su ejemplo?

El que le da la Iglesia.

La Iglesia nos presenta a María como abogada, auxiliadora, socorro, mediadora. “Pero todo esto ha de entenderse de tal manera que no reste ni añada nada a la dignidad y eficacia de Cristo, único mediador” (San Ambrosio). La luna brilla porque refleja la luz del sol. La luz de la luna no quita ni añade nada a la luz del sol, sino que manifiesta su resplandor. De igual forma la mediación de María, depende de la de Cristo, único mediador. Lee: 1 Timoteo 2, 5 y estudia: Catecismo de la Iglesia Católica, 970.

Cristo es la cabeza, la Iglesia su cuerpo. Lee: Efesios 1, 22. Pero una madre no es madre sólo de la cabeza, sino también del cuerpo de su hijo. Por tanto si los cristianos somos miembros del cuerpo de Cristo que es la Iglesia, entonces María es también Madre nuestra. Por ello Jesús dijo a su discípulo amado, que representaba a todos los cristianos que quieren ser fieles hasta la cruz: “Ahí tienes a tu madre” Lee: Juan 19:27 y Catecismo de la Iglesia Católica, 967.

¿Crees en las profecías?

La Biblia enseña que María dijo estas palabras proféticas: “Desde ahora me llamarán bienaventurada todas las generaciones”. Lee: Lucas 1, 48. En estas palabras hay que distinguir tres cosas. Primero. Es un mandato: “me llamarán”. ¿Obedeces tú este mandato? Segundo. No se excluye a ninguno: “todas las generaciones”, es decir, todos los hombres de todos los tiempos. “Generación” significa la descendencia o miembros de una familia. Lee: Mateo 1, 1. ¿Perteneces a esta “generación”? Tercero. Es una profecía: María anuncia que el distintivo de esa nueva generación, de esa nueva familia de Cristo, los cristianos, será que de ahí en adelante, todos la llamarán Bienaventurada ¿Perteneces tú a esta familia?

¿Has leído el Apocalipsis?

Algunos parecen ignorar lo que dice el capítulo 12 del Apocalipsis: “Una gran señal apareció en el cielo, una mujer vestida de sol con la luna bajo sus pies y una corona de doce estrellas sobre su cabeza”. ¿Quién es esa mujer y por qué está en el cielo? Si no es Madre del Hijo de Dios, ¿cómo es que da a luz al varón que se sienta junto al trono de Dios? Si no es Reina, ¿cómo es que está coronada? Si está muerta, ¿cómo es que aparece viva? Si no fue asunta a los cielos, ¿cómo es que aparece en el cielo? Si no es la llena de gracia, ¿cómo es que está vestida por el Sol de Justicia? Si no es la virgen que da a luz, lee: Isaías 7, 11-14, ¿por qué Juan la llama “señal”? Si no es la nueva Eva, lee: Génesis 3, 15, ¿cómo es que está en pugna contra el dragón? Pero además observa en Apocalipsis 12,17 cómo los cristianos que guardan los mandamientos y dan testimonio son hijos de esa mujer. Si la Biblia dice todo esto de María, ¿cómo puede haber cristianos que afirman saber mucha Biblia y no saben esto?

A manera de conclusión hay que afirmar que María no es una diosa, sino hija predilecta del Padre; madre de Dios Hijo; sagrario del Espíritu Santo. Nuestra devoción se dirige a imitar sus virtudes, nuestro culto a proclamar las maravillas que en ella ha hecho el todopoderoso.

La Iglesia enseña

El culto a María está basado en las palabras proféticas: “Todas las generaciones me llamarán bienaventurada, porque ha hecho en mí maravillas el poderoso”. Lucas 11, 48–49. La primera parte es un mandato: “me llamarán”, la segunda parte explica la razón: no porque es una diosa, como pretenden los evangélicos, sino por las maravillas que el poderoso hizo en ella. Así como María presentó a los pastores al salvador, a los magos al rey, a Simeón en el Templo a la Víctima, para que lo adoraran, le ofrecieran dones y se alegraran con el gozo de su venida; así el culto a la Madre, hace que el Hijo sea mejor conocido, amado, glorificado y que a la vez sean mejor cumplidos sus mandamientos. Estudia Lumen Gentium 66 – 67.

El Papa Pablo VI recomendaba que, en las expresiones de culto a María, se resaltara todo lo que se refiere a Cristo. Estudia Marialis cultus, 25 – 26. La verdadera devoción a María consiste en la imitación de sus virtudes: el amor a su Hijo, su fe firme, su fidelidad hasta el pie de la cruz, su obediencia al Espíritu Santo, su profunda humildad. Lee Redemptoris Mater, de San Juan Pablo II, tercera parte y estudia Catecismo de la Iglesia Católica, 963 ss.


Oración

Señor Jesús, yo creo que tú eres mi único Salvador y por tanto, acepto todos los medios que me das para mi salvación. Tú me dices: “Ahí tienes a tu Madre” y yo lo creo.
El Espíritu Santo me manda llamarla “bienaventurada”, y yo obedezco.
Tú la amas y yo también. Amén.

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