El papa Francisco invitó a dialogar con Dios: “¡Señor, enternece mi corazón”. El Papa tuvo un gesto hacia las mujeres del pueblo indígena Wichís
El papa Francisco enseñó que en el diálogo con Dios no hay espacio para el individualismo y el intimismo, durante la audiencia general celebrada en el Vaticano que este miércoles dedicó al tema de la oración cristiana del Padre Nuestro (Lucas 10, 21-22).
Además, criticó la oración que se hace para anestesiar y vivir tranquilos, sin pensar en los demás, como si los propios problemas fueran los únicos en el mundo y fuéramos los únicos a sufrir.
“Si uno no se da cuenta de que hay muchas personas a su alrededor que están sufriendo, si no se compadece de las lágrimas de los pobres, si es adicto a todo, eso significa que su corazón es de piedra”.
En este caso, recomendó, “es bueno suplicar al Señor que nos toque con su Espíritu y enternezca nuestro corazón”.
El Papa invitó a pedirle a Dios: “¡Señor, enternece mi corazón para que pueda asumir todos los problemas de los demás!”
Para aprender a rezar cada vez mejor, indicó, que “la verdadera oración es la que se realiza en el secreto del corazón; es un diálogo silencioso, como un cruce de miradas entre dos personas que se aman: Dios y el hombre”.
Una oración en la que no cabe el “intimismo” y la “falsedad”, pues, “no hay truco que tenga poder delante de Dios. Dios nos conoce así, desnudos en la conciencia y no se puede fingir”.
Sucesivamente, preguntó: ¿Cuál es esa impresionante ausencia que hay en el texto del Padre Nuestro? – No es fácil responder – Falta una palabra”.
Expresó que falta una palabra que en nuestros tiempos – pero quizás siempre – todos tienen en máxima consideración: falta la palabra “yo”.
“Jesús – continuó – nos enseña a rezar con el “tú”, y no con el “yo”; porque la oración cristiana es confidencial pero también es diálogo”.
Explicó que en la oración del Padrenuestro se dice: “Sea santificado tu nombre, venga tu reino, hágase tu voluntad”.
“Y en la segunda parte pasa al “nosotros”: danos el pan de cada día, perdona nuestras deudas, no nos dejes caer en la tentación, líbranos del mal. La oración cristiana no es individualista, sino que es un diálogo con Dios, desde y con la comunidad de hermanos y hermanas”, agregó.
Francisco invita a recordar a las personas que están lejos, sufren, tienen problemas, quizás más que nosotros y necesitan tener comida, apagar el hambre. Una oración que usa el plural. “En la oración cristiana, nadie pide pan para sí mismo: lo ruego por todos los pobres del mundo”.
Y mirando a los peregrinos y fieles presentes en el aula Pablo VI: “Pero, no te olvides nunca: (en la oración cristiana) falta la palabra ‘yo’. Se reza con el ‘tú’ y con el ‘nosotros’. Es una buena enseñanza de Jesús. No se olviden!”.
Luego contó la enseñanza que aprendió del capellán de una cárcel. “Dígame padre: ¿Cuál es la palabra contraria al ‘yo’? Yo ingenuo dije: ‘Tú’ – Ah, ese es el inicio de la guerra, la palabra opuesta a la guerra es: ‘Nosotros’, donde está la paz. Todos juntos. Una bonita enseñanza que he recibido de ese sacerdote”.
Entretanto, insistió que el cristiano cuando reza lleva consigo a las “personas y las situaciones que vive, y hace propios los sentimientos de Jesús, que siente compasión de cuantos encuentra en su camino”.
También nosotros cuando rezamos tenemos presentes a aquellas personas que no buscan a Dios, porque Jesús no ha venido a salvar solo a los justos, o a los que se creen justos, sino a los pecadores”.
“Jesús no vino por los sanos, sino por los enfermos y los pecadores (cf. Lc 5, 31), es decir, por todos, porque los que piensan que están sanos, en realidad no lo están. Si trabajamos por la justicia, no nos sintamos mejor que otros: el Padre hace brillar su sol sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos y pecadores (cf. Mt 5:45)”.
La audiencia general se concluyó con el canto del Padre Nuestro y la Bendición Apostólica.