¿Perdiste el trabajo y llevas tiempo buscando empleo? ¿Te formaste durante largo tiempo y ahora no encuentras tu primer trabajo? ¿Te suena la frase “Profesión: actualmente en búsqueda activa…? Cuando uno se queda en el paro, por dentro se le rompe algo importante.
El trabajo es algo esencial en la persona. Es un derecho y la Declaración de Derechos Humanos lo recoge en su artículo 23:
Toda persona tiene derecho al trabajo, a la libre elección de su trabajo, a condiciones equitativas y satisfactorias de trabajo y a la protección contra el desempleo.
Con el trabajo desarrollamos nuestro potencial. Quedarse fuera del circuito laboral, por el contrario, es como una enfermedad, es algo a lo que nuestra naturaleza se resiste. Si el paro dura unos días, uno ha experimentado algo así como una fiebre pasajera. Pero si la situación se prolonga, pueden apaecer problemas serios. Nuestro cuerpo, además, somatiza la preocupación y hay peligro de caer en la depresión, de padecer insomnio, ansiedad y nerviosismo.
La responsabilidad activa en nosotros el mecanismo del miedo ante el futuro incierto y comenzamos a pensar en la economía familiar, en que van a desaparecer nuestros ahorros, en que no podremos dar a nuestra familia lo que habíamos soñado…
Además, la autoestima queda afectada: perder el trabajo no es plato de buen gusto para nadie. Casi siempre resulta humillante. Comenzamos a pensar que nosotros somos culpables de la situación aunque a lo mejor se debe a decisiones empresariales ajenas a nuestra calidad profesional.
Es entonces cuando nos imaginamos fuera del circuito laboral y cada día que pasa creemos que es más difícil reengancharse al “mercado”.
Ante esa situación, hay que abrir bien los ojos y actuar en positivo para que encontremos un nuevo trabajo lo antes posible. Hay que darle la vuelta a la tortilla.
A continuación proponemos 6 ideas que te ayudarán a encontrar trabajo:
1. Mejora tu arreglo personal.
Suele ocurrir que al no trabajar, uno se queda en casa. Deja de emplear traje y corbata, y pasa al modo “ropa cómoda”. Ojo, porque eso puede derivar en una despreocupación que acaba por reducirse a la mínima higiene. Aunque no nos vaya a ver el jefe y aunque no tengamos clientes, uno debe luchar por estar desde primera hora de la mañana afeitado y vestido de forma que en cualquier momento podamos recibir la visita de una persona o salir a la calle en condiciones. Nada de ponerse una camiseta de algodón con agujeros porque “total, no me ve nadie”.
No pierdas tus hábitos, como maquillarte, ir a la peluquería o hacerte la manicura. Nada de llevar el pelo sucio y recogido en un moño informal. Hay que mirarse al espejo y producir un “wow”.
Objetivo: cada día, desde el punto de la mañana, estar en perfectas condiciones para la batalla (porque buscar trabajo es eso, una batalla).
2. Pon al día tu marca personal en internet.
Revisa tu presencia en las redes sociales, tanto las que son de carácter profesional (LinkedIn), como las que son puramente sociales como Facebook o Instagram. Más allá de tu perfil personal, inscríbete en grupos que tengan tus intereses (por ejemplo, si estudiaste Filología puedes formar parte del grupo “Los filólogos somos necesarios, que parece que no pero sí”: son más de 13.000 miembros de varios países y en lengua española). Repasa qué dices de ti en tu perfil de dominio público, cómo te presentas y si publicaste algo en el pasado que pudiera perjudicarte a la hora de encontrar empleo.
Búscate en Google y así sabrás qué pueden encontrar los demás acerca de ti. Recuerda que tu marca personal es mucho más que tu currículum. Son tus fotos, tus tuits, tus comentarios en las redes…
Dedicar tiempo a esta tarea no es una pérdida, es una inversión.
Crea un perfil en las webs de ofertas de trabajo como Infojobs y míralas cada día. Ese es el primer capítulo de tu nuevo trabajo.
A partir de ahí, actívate. Publica diariamente algo (un pensamiento, una fotografía, la sugerencia de una lectura o de una película…). Entra en los perfiles de otros amigos y comenta sus posts. Comenzarás a existir en su mente.
No siempre es importante decir que estás en el paro desde el primer día. Emplea fórmulas como “estoy interesado/a en…”.
Objetivo: cuidar tu marca personal en las redes.
3. Refuerza tus vínculos familiares.
La familia es nuestro colchón y nuestro nido, el de todas las personas. Estar en el paro puede ser una buena ocasión para dedicar un tiempo que tal vez antes no tenías para hablar con los mayores o visitar a algún pariente. No se trata de estar ociosos sino de recordarnos a nosotros mismos que no estamos solos en el mundo. Viaja si es necesario. Piensa en qué cosas no hacías antes con tus familiares por falta de tiempo y hazlas.
Dibuja mentalmente un gráfico de círculos concéntricos, de mayor confianza a menos. Empieza por hablar con tus familares más queridos y con los que te resulte más fácil plantearles que estás en el paro y buscas trabajo. Está comprobado que, sobre todo en los países de cultura latina, los lazos familiares son una fuente importante de recursos para encontrar trabajo. Nos ayudamos y empleamos la recomendación personal como modo de conectar.
Objetivo: déjate ayudar por tu familia y fortalece el trato con todos.
4. Sigue en formación e información actualizada.
Es importante que mantengas tu grado de capacitación y que, en la medida de lo posible la mejores. Si cuentas con una bolsa económica para hacerlo, es el momento de invertir en un curso, un máster o una enseñanza que te capacite para una especialidad.
Si no dispones de recursos económicos o prefieres no hacer un desembolso, en internet también puedes encontrar mucha formación gratuita. Las mejores Universidades del mundo disponen de cursos on line. Puedes comenzar por rastrear en Mooc (Massive Online Open Courses), que reúne la oferta formativa de 850 Universidades de todo el mundo.
No te desconectes y sigue la actualidad informativa. Oír las noticias te hará estar en el día a día de la gente de tu entorno y puede que te dé pistas acerca de por dónde encontrar trabajo: en otra ciudad o país, a partir de la historia de algún emprendedor…
5. Hazte voluntario.
No te encierres en ti mismo. No es bueno ni eficaz que le des vueltas a la idea de que tienes un problema, estás en el paro y es difícil salir de ahí. Es importante que recuerdes todo el potencial que tienes, más allá de los trabajos que has desempeñado en tu vida o de las notas académicas. Como personas, tienes mucho que aportar a la sociedad.
Una forma de hacerlo es inscribirte como voluntario en alguna entidad con la que compartas valores: la ayuda a las personas mayores, atención a los menos favorecidos, dedicación a personas con otras capacidades… También te puede interesar la preocupación por el medio ambiente o por los animales. ¿Que solo sabes llevar carretillas y cargar peso? Estupendo le puede venir a un banco de alimentos. ¿Que solo sabes cantar? Las residencias de ancianos están necesitadas de música que les alegre el día a los abuelitos.
Busca una causa que te resulte estimulante y a la que quieras dedicar tiempo y esfuerzo, porque ahora puedes hacerlo. Lo mejor será que vas a recibir más de lo que das. Te hará crecer en generosidad, en olvido de sí, en confianza y te dará alas para buscar empleo con más energía.
Además, quién sabe, tal vez descubras un nuevo horizonte en tu carrera profesional. Muchas personas que comenzaron como voluntarios en una ong, con el tiempo decidieron pasar a trabajar en el tercer sector.
6. Plantéate “bajar un peldaño” o cambiar de orientación.
La expresión “bajar un peldaño” significa empezar en un trabajo de inferior categoría respecto al anterior. Quizás tienes muchos estudios académicos, pero si te empieza a preocupar el paro de larga duración, es mejor que olvides tu currículum y busques un trabajo para el que no se necesiten tantos estudios. Tómalo como un trabajo temporal. No tiene que ser para toda la vida, y sin embargo te aliviará del agobio.
Además, piensa que con las crisis muchas personas cambian de orientación profesional y no pasa nada malo por hacerlo. Al contrario. Hazte flexible y tal vez descubras una nueva forma de ser feliz.
Como muestra, por ejemplo, tienes a muchas vendedoras de cosméticos como Mary Kay que perdieron su empleo y se reinventaron para llevar un sueldo a casa; o profesionales como el “alma” de Sally Hambleton, una de las mejores floristerías de España. Su dueña trabajaba en la banca hasta que hace unos años hubo un corte radical. Decidió entonces hacer un curso de arreglos florales y ahora es incluso proveedora de la Familia Real para determinados eventos.