Antes de convertirse en una gran figura del catolicismo social del siglo XIX, cofundador de la Sociedad de San Vicente de Paúl, precursor de la doctrina social de la Iglesia y cocreador de la democracia cristiana, el beato Frédéric Ozanam buscó durante mucho tiempo su vocación.
En efecto, dudó entre el celibato en el mundo, el matrimonio o la vida religiosa. Rezaba al Señor para que le desvelara su voluntad.
En busca de su propia vía, escribió una oración para los solteros que buscan su alma gemela. Dios escuchó sus oraciones y la respuesta a sus preguntas llegó luego al conocer a una joven, Amélie Soulacroix.
El 23 de junio de 1841, los dos jóvenes se casaron. El 24 de julio de 1845 tuvieron una hija, Marie. Esta pareja es uno de los ejemplos más hermosos de pareja cristiana, y su correspondencia da prueba de ello.
Hoy en día, muchos solteros que aspiran a un amor similar pueden decir la oración del beato Frédéric Ozanam y hacerla suya:
Siento en mí crecer un gran vacío que no colman ni la amistad ni el estudio.
Ignoro qué llegará a llenarlo. ¿Será Dios, será una criatura?
Si es una criatura, rezo porque no se presente hasta que yo sea digno de ella.Rezo para que traiga consigo la cantidad adecuada de encanto exterior
para que no deje lugar al arrepentimiento;
pero rezo sobre todo por que venga con un alma excelente,
que aporte una gran virtud, que valga mucho más que yo,
que me atraiga a las alturas, que no me haga descender,
que sea generosa porque a menudo soy pusilánime,
que sea ferviente porque soy tibio en las cosas de Dios,
que sea compasiva, en fin,
para que no tenga que ruborizarme ante ella por mi inferioridad.No me abandones, Señor, ayúdame a ser amado;
bien lo sabes, no solo busco la dulzura en el Amor,
sino el desprecio a toda bajeza,
la fuerza de luchar por el Bien, por la Verdad.Amén