Análisis de su liderazgo en su primera carta a los Tesalonicenses

Sin duda alguna, la Biblia representa una mina de oro de la que podemos extraer múltiples enseñanzas para nuestra vida de fe y la forma de ejercer nuestro liderazgo en la comunidad cristiana.

Introducción

La primera carta a los tesalonicenses es, posiblemente, el primer escrito del Nuevo Testamento. Lo escribió san Pablo mientras estaba en Corinto, entre los años 50 y 52. También es el primer escrito que conocemos de san Pablo y esto le da una especial importancia. No se trata de un escrito polémico, como la carta a los gálatas, por ejemplo. Presenta la rica afectividad de san Pablo, su preocupación pastoral, su cariño entrañable y paternal por sus discípulos, su agradecimiento a Dios, su enorme confianza en Nuestro Señor. Al mismo tiempo nos permite asomarnos al liderazgo de san Pablo, a su estilo particular de vivir y anunciar el Evangelio, guiando y pastoreando a los hermanos bajo su cuidado, iniciando caminos nuevos e inéditos, con una buena dosis de creatividad evangélica y caridad pastoral.
1. Comunicación eficaz

San Pablo utilizó ampliamente las cartas e hizo importantes innovaciones al género epistolar con el propósito de estar en comunicación con sus discípulos y con las comunidades que iba estableciendo. Por eso tenemos cartas entrañables a sus discípulos y epístolas interesantísimas a las diversas comunidades cristianas para ayudarlas en su maduración en la fe. Así pues, la primera lección del liderazgo paulino es el empleo de todos los medios a nuestro alcance para tener una excelente comunicación con los hermanos bajo nuestro cuidado. Aprovechémoslos de manera inteligente, sin olvidar la importancia del contacto personal.

2. Dimensión comunitaria

San Pablo ejerció su liderazgo en comunidad, acompañado por colaboradores a los que fue capacitando, poniéndolos en grado de asumir su propio liderazgo. El Apóstol no practicó el individualismo ni trabajó de manera aislada, sino que vivió un hermoso compañerismo que suscitó afecto entrañable entre él y sus compañeros (cfr. 1Tes 1, 1a).

3. Íntima comunión con Dios

La eficacia apostólica de san Pablo nace de su íntima comunión con Dios, de su relación cercana con cada una de las tres divinas personas. Un líder cristiano debe caracterizarse por esta cercanía con el Dios uno y trino (cfr. 1Tes 1, 1b). Al mismo tiempo, tiene la convicción de que la Iglesia no le pertenece a él, sino a Dios Padre y a Nuestro Señor Jesucristo.

4. Intercesión por los hermanos

San Pablo tenía un genuino interés por cada una de las personas que había evangelizado. No eran para él cifras o números. Oraba por ellos constantemente. Los tenía presentes en sus oraciones. Se trata de un elemento esencial de todo aquel que ejerce el liderazgo en las comunidades cristianas (Cfr. 1Tes 1, 2).

5. Encaminarlos a la madurez en Cristo

La preocupación de san Pablo era llevar a la madurez cristiana a cada uno de los hermanos, por eso luchaba para que cada uno de sus discípulos desarrollara una fe activa, un amor entrañable y una esperanza perseverante (Cfr. 1Tes 1, 3).

6. Elegidos y amados

Su preocupación genuina por cada uno de los hermanos nace de una convicción profunda: cada uno de ellos ha sido elegido por Dios y es amado de una manera muy especial (Cfr. 1Tes 1, 4).

7. Frutos abundantes

Su manera peculiar de llevarlos a la madurez en Cristo consiste en anunciar el Evangelio con la palabra, pero dejándose conducir por el Espíritu Santo, el protagonista de la Evangelización. Eso explica los frutos abundantes en su apostolado. Un ejemplo para nosotros, llamados también a anunciar el Evangelio (Cfr. 1Tes 1, 5a).

8. Servidor

San Pablo está consciente de que el líder es un servidor, es decir, alguien que está al servicio de la comunidad. Esto puede ayudarnos a no caer en la tentación de sentirnos dueños de la comunidad y del deseo que los demás se pongan a servirnos (Cfr. 1Tes 1, 5b).

9. En medio de dificultades

El Apóstol anuncia el Evangelio aún en medio de grandes dificultades. No se echa para atrás ni se desanima, anunciando el Evangelio con el gozo del Espíritu Santo (Cfr. 1Tes 1, 6).

10. Modelos para los creyentes y evangelizadores

La preocupación de san Pablo es llevar a la madurez a los hermanos de tal manera que puedan ser modelo para los demás creyentes. No se trata de ser cristianos a medias, sino auténticos discípulos de Cristo, asumiendo la tarea de anunciar el Evangelio en los alrededores (Cfr. 1Tes 1, 7-8).

11. Impulsando a abandonar los propios ídolos

Es una tarea imprescindible para el Apóstol: llevar a los hermanos a dejar atrás a los ídolos para convertirse realmente y servir al Dios vivo y verdadero (Cfr. 1Tes 1, 9).

12. Reserva escatológica

Al mismo tiempo, san Pablo está consciente del valor altísimo de la eternidad: estamos a la espera de la Parusía del Señor Jesús y esto da sentido y rumbo a nuestra vida cristiana y orienta la urgencia del apostolado (Cfr. 1Tes 1, 10).

13. La importancia del encuentro personal

Visitar personalmente a los hermanos es fundamental. Si bien es cierto que la comunicación escrita o por medios electrónicos es importante, debemos estar convencidos, como san Pablo, de que una visita personal no es inútil, sino de muchísima utilidad. Hay una plena sintonía con el discípulo amado, que en su segunda carta escribió lo siguiente: «Aunque me quedan muchas cosas por escribir, no he querido confiarlas al papel y la tinta, porque espero visitarlos y hablar con ustedes cara a cara, para que su alegría sea completa» (v. 12) (Cfr. 1Tes 2, 1).

14. Sinceridad y honestidad a toda prueba

San Pablo describe su manera peculiar de realizar su ministerio y enfatiza algunas características: no se inspira en el engaño, ni en motivos sucios ni en intereses mezquinos, no recurre al fraude ni tiene el deseo de engañar a nadie, no busca agradar con palabras bonitas ni aduladoras y no procede con codicia ni usa pretextos para ganar dinero. Un modelo para los evangelizadores de todos los tiempos, pues estamos llamados a agradar a Dios, conscientes de que Él examina nuestros corazones (Cfr. 1Tes 2, 3-6 ).

15. Sin autoritarismo de ningún tipo

San Pablo renuncia a imponer a los hermanos la autoridad que tiene como apóstol de Cristo. Sabe que no es el camino más idóneo para guiar a las comunidades, pues el autoritarismo establece distancias que pueden ser insuperables, engendra profundos resentimientos y provoca el éxodo de los creyentes (Cfr. 1Tes 2, 7a).

16. Bondad y ternura en el ministerio

En lugar de autoritarismo, san Pablo prefiere actuar con toda bondad, como la misma ternura con que una madre estrecha en su regazo a sus pequeños, por el enorme afecto que tiene por sus discípulos. No sólo desea comunicarles el Evangelio sino la propia vida, evitando incluso convertirse en una carga para los creyentes (Cfr. 1Tes 2, 7b-9).

Conclusión

Hasta aquí un breve recuento de los principales rasgos del liderazgo del Apóstol por excelencia, san Pablo. Queda como tarea personal examinar los restantes capítulos de esta hermosa carta, buscando otras características del estilo paulino para ponerlas en práctica en nuestra vida cristiana y en nuestra manera propia de ejercer el liderazgo. Nos deben motivar estas palabras de san Pablo: «Sean imitadores míos como yo lo soy de Cristo» (1Cor 4, 16).

Jorge Luis Zarazúa / Aleteia